Mucho se ha escrito sobre las cualidades que ha de reunir un buen líder, y casi todos los comentaristas coinciden en algunas de ellas como las más importantes: saber delegar, generar confianza, ser positivo, saber escuchar, ser cumplidor y ejemplo para los demás,… Con esto, todo el que quiera ser un buen jefe lo tiene muy fácil, simplemente tendrá que aplicarse las reglas básicas y dejarse querer. Y si no lo tiene muy claro pero tiene unos miles de euros, siempre se podrá apuntar a uno de esos maravillosos master en los que le enseñarán lo que todo el mundo sabe.
Pero en este tema lo que hay que remarcar, y no siempre se remarca lo suficiente, es que se trata de cualidades, y como tales son algo innato en la persona, se tienen en determinada medida o no se tienen. Estudiar para ser mejor persona porque conviene al currículo es una actividad muy loable, pero hay que reconocer que conseguirlo es harto difícil para quien no lo es. Y que conste que no dudo del buen hacer de los profesores, que harán lo que pueden hacer, enseñar la teoría, tal y como hizo Séneca con Nerón, y ya sabemos el resultado. Una persona que no sabe delegar, o que no genera confianza, o que desconfía y habla mal de los que le rodean, puede invertir mucho dinero en su formación pero no llegará a ser un buen líder. Pero bueno, si de lo que se trataba era de mejorar el currículo, éxito conseguido.
Estas cualidades del líder ya las estudiaron en Roma hace más de veinte siglos, distinguiendo la auctoritas, como cualidad moral, respecto, ejemplo a seguir, como algo que se trabaja cada día y los demás lo perciben y por eso le siguen, de la potestas, como poder coercitivo que se impone por la fuerza. Son dos maneras de entender el liderazgo y allá cada uno con su elección. Pero como en el primer caso, también entiendo que la potestas es una cualidad que no se puede aprender más allá de la teoría, o se tiene o no se tiene, se es mala persona o no se es mala persona.
En cualquier caso, brindo por los que son concientes de sus cualidades y/o limitaciones y viven acordes con ellas.
Yo añadiría... que aquél que consigue poner en práctica lo aprendido para ser un buen jefe, quizá lo haga durante un tiempo pero al final la conducta inherente es más fuerte que la aprendida y termina saliendo el verdadero yo.
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