Hoy brindaré por Afrodita, la sin par diosa del amor, que le gustaba su profesión y predicaba con el ejemplo. La verdad es que no sabemos si lo hacía por placer, por salir en los programas del corazón, porque no lo tenía (el corazón), o porque era una víctima de las circunstancias.
Su vida dedicada al amor empezó (mal, muy mal) cuando Zeus la entregó en matrimonio al herrero Hefesto, posiblemente el más cutre y feo de los candidatos, aunque los tres hijos que tuvo la pareja tuvieron como padre a Ares, el impetuoso, borracho, cachas, ignorante y pendenciero dios de la guerra (incluso parece que hasta torpe para guerrear). Sobre cómo Hefesto hizo pública la infidelidad de Afrodita hablaremos otro día.
El caso es que en la infidelidad anterior intercedió Hermes en favor de Afrodita, que ya se intuía que estaba loquito por la guapetona, alegre y ligera diosa, lo que le supuso su agradecimiento con una noche de pasión de cuyo fruto nació Hermafrodito.
Más tarde, para seguir predicando con el ejemplo, se entregó a Baco (con las fiestas que se montaba, hasta yo podría haberme enrollado con él), de cuya unión nació Príapo, casi tan feo como su… (a estas alturas no sé el parentesco con Hefesto). Parece que esta relación no le gustó a Hera, mujer de Zeus y madrastra de Baco y para castigar a Afrodita dotó al niño con unos testículos descomunales. Hay que pertenecer al olimpo para entender determinados castigos.
Para seguir probando, Afrodita pensó que los mortales tampoco estaban mal, y allí que se fue a por Anquises, un rey tan guapo como idiota. Una noche, aprovechando la oscuridad, nuestra diosa se metió en la cama del rey haciéndose pasar por una apetecible princesa vecina. Por supuesto, al marcharse Afrodita le reveló su auténtica identidad. Esta historia tampoco terminó muy bien porque el rey, además de guapo, era un bocazas y fue debidamente castigado, pero es que no tiene sentido acostarte con Afrodita y no poder contarlo.
En otra ocasión, que en realidad duró mucho tiempo, se lo montó con Adonis, aunque esta relación fue un poco extraña porque fue compartido también con Perséfone. Se iba turnando por temporadas con cada una, algo poco aconsejable por el estrés que provoca teniendo en cuenta la marcha de las dos leonas.
Según cuentan las leyendas, entre Afrodita y Apolo, también hubo sus más y sus menos, y que para vengarse por algo que le había hecho él, para darle celos, también se lo montó con el argonauta Butes, de quien tuvo otro hijo llamado Erix, rey de Sicilia.
Y entre tanto ajetreo, Zeus, que en cuestión de faldas era un jabato, algunas crónicas dicen que también cayó ante sus encantos y otras que se limitó a sufrir en silencio.
Por supuesto, estas son sólo las historias más conocidas, aunque hay otras muchas que no han trascendido y que no pienso desvelar.
De nuevo levanto la copa por Afrodita, porque se merece dos y más brindis.
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