Nota 1.- El mito de la sucesión empieza cuando Crono, tocándole los cataplines a su
padre Urano, se hace con el poder, y termina cuando el hijo de Crono, Zeus,
hace lo propio con su padre.
Nota 2.- La pareja de Urano era Gea (la Tierra) y el Tártaro estaba dentro de la
Tierra (sí, es raro pero los dioses son caprichosos).
Urano, primer líder del universo, vivía un poco celoso de su trono y muy mosqueado por si le
quitaba el cetro alguno de sus hijos. Y tanto lo estaba que a medida que iban
naciendo los iba enviando al Tártaro, que era algo así como la muerte pero no
tanto porque en el fondo lo que estaba haciendo era enviándolos de vuelta con
su madre (por esto la nota 2). Gea, la madre, que estaba un poco
cansada de cómo se las gastaba Urano, organizó un complot para acabar con la
situación: reclamó la ayuda de los hijos (los que tenía a buen recaudo en el
Tártaro) para cargarse al padre. El caso es que solo el pequeñín, Crono,
respondió como responden los buenos hijos y se puso al servicio de la buena
señora.
Una
noche de esas en las que las estrellas brillan más radiantes que nunca, la luna
sonríe y el aire se convierte en brisa, es decir una noche de sexo y desenfreno
(no está claro si estaba con Gea, su mujer, o con Nix, diosa de la noche)
apareció Crono con una hoz que había fabricado la madre, y sin mediar palabra
le cortó lo que vulgarmente se llaman las pelotas.
Y
Crono, que no se quedó contento con su hazaña, tiró los genitales al mar,
surgiendo de las gotas de sangre que brotaron las Erinias (personajes feos de
verdad, con serpientes en lugar de pelos), los Gigantes (que gozaron de su
momento de gloria en posteriores tiempos), las Ninfas (que ni fu ni fa) y la
espléndida, la sin par, la inspiradora de tantos amores, Afrodita. Como
aclaración, y por si alguien se sorprende, del nacimiento de Afrodita hay dos
versiones. Una dice que nació de una concha y otra la que dice que después de
muchos años de estar los genitales flotando en el mar (incorruptos, como el
dedo de Santa Teresa) se formó a su alrededor una espuma blanca de la que
surgió ella, pudiendo ser que luego se hiciese con una concha para seguir su
travesía, y de ahí la confusión.
Por
supuesto, a partir de este momento el trono se lo apropió Crono, el chiquitín
de la manada, pensando el infeliz que sería para toda la eternidad; no tuvo en
cuenta que entre sus hijos nacería uno llamado Zeus, y este sí que era cosa
seria.
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