viernes, 21 de febrero de 2014

Mitología. El mito de la sucesión (I)

Nota 1.- El mito de la sucesión empieza cuando Crono, tocándole los cataplines a su padre Urano, se hace con el poder, y termina cuando el hijo de Crono, Zeus, hace lo propio con su padre.

Nota 2.- La pareja de Urano era Gea (la Tierra) y el Tártaro estaba dentro de la Tierra (sí, es raro pero los dioses son caprichosos).

Urano, primer líder del universo, vivía un poco celoso de su trono y muy mosqueado por si le quitaba el cetro alguno de sus hijos. Y tanto lo estaba que a medida que iban naciendo los iba enviando al Tártaro, que era algo así como la muerte pero no tanto porque en el fondo lo que estaba haciendo era enviándolos de vuelta con su madre (por esto la nota 2). Gea, la madre, que estaba un poco cansada de cómo se las gastaba Urano, organizó un complot para acabar con la situación: reclamó la ayuda de los hijos (los que tenía a buen recaudo en el Tártaro) para cargarse al padre. El caso es que solo el pequeñín, Crono, respondió como responden los buenos hijos y se puso al servicio de la buena señora. 

Una noche de esas en las que las estrellas brillan más radiantes que nunca, la luna sonríe y el aire se convierte en brisa, es decir una noche de sexo y desenfreno (no está claro si estaba con Gea, su mujer, o con Nix, diosa de la noche) apareció Crono con una hoz que había fabricado la madre, y sin mediar palabra le cortó lo que vulgarmente se llaman las pelotas.

Y Crono, que no se quedó contento con su hazaña, tiró los genitales al mar, surgiendo de las gotas de sangre que brotaron las Erinias (personajes feos de verdad, con serpientes en lugar de pelos), los Gigantes (que gozaron de su momento de gloria en posteriores tiempos), las Ninfas (que ni fu ni fa) y la espléndida, la sin par, la inspiradora de tantos amores, Afrodita. Como aclaración, y por si alguien se sorprende, del nacimiento de Afrodita hay dos versiones. Una dice que nació de una concha y otra la que dice que después de muchos años de estar los genitales flotando en el mar (incorruptos, como el dedo de Santa Teresa) se formó a su alrededor una espuma blanca de la que surgió ella, pudiendo ser que luego se hiciese con una concha para seguir su travesía, y de ahí la confusión.

Por supuesto, a partir de este momento el trono se lo apropió Crono, el chiquitín de la manada, pensando el infeliz que sería para toda la eternidad; no tuvo en cuenta que entre sus hijos nacería uno llamado Zeus, y este sí que era cosa seria.

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