En
el capitulo anterior nos quedamos en cómo Crono le quitaba el mando
a su padre. Hoy, con Crono ya en el cielo, empezaremos diciendo que
como se aburría, en lugar de ir a la aventura a ver si pillaba algo
(algunos tenemos unos recuerdos nefastos de esa época) decidió no
complicarse la vida y tomar por compañero a Rea, su hermana. De esa
unión nacieron tres chicos y tres chicas, siendo Posidón y Zeus dos
de sus retoños. El caso es que Crono, como su padre, pensó que no
quería que ningún hijo suyo le quitase el poder, por lo que según
iban naciendo se los iba comiendo.
Y
todo transcurría según lo previsto hasta que Rea, cansada de que se
comiesen a sus retoños, pidió ayuda a sus padres, Gea y el todavía
dolorido Urano. Y entre los tres idearon la venganza, que consistió
en ofrecer a Crono, tras el nacimiento del último niño, Zeus, una
piedra envuelta en ropas y pañales para ver si colaba. Y Crono, que
ahora descubrimos que tenía un paladar poco delicado, se comió la
piedra pensando que se comía a su hijo. Por supuesto a Zeus lo
sacaron a escondidas y lo mandaron a Creta, a cargo de unas Ninfas de
confianza.
Con
el paso de los años el niño fue creciendo, y cuando pensó que ya
estaba en forma se fue a buscar a su padre. Nadie sabe cómo, hay
pocas cosas escritas sobre esta parte, el caso es que consiguió que
Crono, que debía tener unas digestiones de aúpa, vomitara a sus
hermanos y hasta la piedra, comenzando a continuación una encarniza
guerra entre Crono, ayudado por los Titanes, y Zeus, ayudado por los
Cíclopes y otros personajes.
Por
supuesto, Zeus gana la guerra, expulsa a los Titanes del cielo (que
ya se habían montado allí su chiringuito) y toma posesión de su
nueva cargo como jefe del Olimpo; le acompañarán en su nuevo hogar
sus hermanos y algunos de sus hijos, no todos porque al buen dios no
le perdía precisamente la timidez y las faldas le tiraban de lo
lindo, y a este conjunto de dioses se les llamará los Olímpicos.
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