Razones para ser del
Barça no tengo ninguna, pero lo soy. Es como ser rubio o moreno,
alto o bajo, guapo o feo, hay cosas que no se elijen y a mí me tocó
ese equipo, de la misma manera que me tocó no ser alto, ni rubio ni
especialmente interesante, es lo que hay y hay que saber convivir con
ello; por eso, cuando me preguntan por qué soy del Barça, siempre
digo lo mismo: porque vivo en Madrid, y añado, no sé si como
explicación o disculpa, que si viviese en Barcelona posiblemente
sería del Madrid. Ya sé que esto no es una razón lógica, pero es
la única que tengo.
El caso es que llevo con
esta penitencia desde que tengo uso de razón y, aunque me gustaría,
no creo que sea el momento de cambiar. Y más esta semana, después
de la derrota de mi equipo, y la victoria del contrario. Porque esa
es otra cosa que la gente a la que no le gusta el fútbol no
entiende. Por una parte te alegras cuando gana tu equipo y te
disgustas cuando pierde, pero es que también, al menos en mi caso,
te alegras cuando pierde el enemigo y te mosqueas cuando gana. Total,
que son varias las posibilidades y casi nunca se da la dicha
completa; menos esta semana que se ha dado pero para los contrarios.
Y si a esto le añadimos que hemos cedido el liderato, la cosa toma
tintes de desastre nacional. No sé cómo voy a sobrevivir esta
semana.
Pero cuando las cosas se
tuercen se tuercen de verdad, y ahí estoy yo, cabizbajo por los
resultados y, además, viendo cómo una mano negra arremete contra mi
equipo. No es casualidad que todo esto ocurra al mismo tiempo, tiene
que tener otra explicación. Si hoy mi equipo ha ingresado trece
millones y medios de euros en concepto de impuestos que había
despistado, ¿qué mas da?, si con lo que se ha llevado Neymar o su
padre se podría haber terminado con el hambre en el mundo, ¿qué
más da?, si el equipo de mi vida resulta que no es mejor que los
chorizos que tanto me repugnan, me da lo mismo. No estoy molesto por
lo que sufro, sino por lo que estarán disfrutando los contrarios con mi sufrimiento. Debe de ser cosas de los astros,
que no se han alineado como deberían.
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