domingo, 5 de enero de 2014

¿Martirio?

Para la profesora Encarnación Castro Martínez (“Competencia matemática desde la infancia”), el sentido de la medida se considera asociado a varios componentes: i) Tener formada una representación mental de las unidades de medida y elegir correctamente la más adecuada. ii) Conocer el proceso de medir, cuando se compara la cantidad con una unidad de medida, estándar o no. iii) Criterio adecuado para saber cuándo se ha de realizar una medida y cuándo es suficiente realizar una estimación.

Pues bien, teniendo en cuenta lo anterior, podemos deducir que entre los muchos asesores que tiene la Casa Real, ninguno debió ver este trabajo y, por eso, o nunca ha tenido sentido de la medida o lo ha perdido entre cacerías y discursos de navidad. Decir que el Caso Noos es un “martirio” porque lleva tres años de instrucción es situar un tema personal por delante de su cargo y, además, no tener en cuenta las reglas de la profesora Castro: ni ha elegido adecuadamente la unidad de medida, ni es comparable lo suyo con un martirio, ni ha sabido elegir el momento. Es más, incluso puede haber alguien que considere que las palabras del Sr. Spottorno podrían considerarse un acto de soberbia, al pretender equiparar el sufrimiento de la institución con el de los santos que SM tanto admira.

Pero al margen de los criterios por los que mide las cosas la Jefatura del Estado, muy alejados de los del resto de mortales, llama la atención que en este tema se muestre igual de “humano” que los demás. Su preocupación se centra en el Caso Noos, en su dilatada instrucción y en las posibles consecuencias que pueda tener, cuando lo que debería preocuparle es haber tenido en su casa a un presunto delincuente, diga lo que diga la justicia o ese bálsamo que todo lo cura llamado prescripción. Lo que diga o haga la justicia, a la casa real como institución, no debería preocuparle, que para eso está la división de poderes; lo que nos preocupa a todos es cómo ha podido ocurrir lo que al parecer ocurrió sin que nadie de su entorno se enterara o mirara para otro lado.

Hace 25 siglos, el propio César dijo, refiriéndose a su propia mujer, aquello de “La mujer de César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”, y en este caso hay demasiados indicios para sospechar que la honradez se perdió muy cerca de la Zarzuela y que, lejos de buscarla, se ha querido enterrar. Todo apunta a que los delitos se cometieron y que alguien está tratando, desde antes de llegar al juzgado, de minimizar el asunto.

Lo que se está haciendo no es martirizar a nadie, simplemente, ante la sospecha de la comisión de un delito, se están buscando las pruebas para, en su caso, que pague el/los culpable/s. A eso la gente normal, la que no ha perdido el sentido de la medida, lo llama Justicia.

En cualquier caso, y como no hay mal que por bien no venga, invito a la Casa Real a que haga lo propio y se queje de los diez años que duró la instrucción del caso Prestige, o de los del caso Fabra, o del sempiterno caso Gürtel. Tal vez si desciende de su trono, el Jefe el Estado sea capaz de ver la realidad y darse cuenta de que lo de su familia está muy lejos del “martirio”.



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