lunes, 27 de enero de 2014

Fauna ibérica

Mi falta de capacidad siempre me ha impedido posicionarme a favor o en contra de los filósofos que opinan que el hombre es bueno por naturaleza o de los que opinan lo contrario. Nunca he sabido si nacemos buenos y la sociedad nos corrompe o si nacemos malos y la sociedad es un remedio para controlar nuestros bajos instintos. Y como yo no soy quien para dar o quitar la razón a ninguno de los pensadores que han dedicado parte de su vida a este invento, con su permiso, me gustaría dedicar este post a los que no son ni buenos ni malos, a los que en pura legalidad pueden parecer buenos y en salud democrática aparentan ciertas maldad; son una especie genuina de nuestra fauna ibérica y que gracias a la benevolencia de gobernantes y de la desvergüenza de algunos partidos políticos van camino de convertirse en una peligrosa plaga.

Hace unos días aparecía en la prensa que un grupo de 45 diputados del PP valenciano había pedido el indulto para el exalcalde de Torrevieja, condenado a tres años por prevaricación y falsedad documental. También nos enteramos de que casi todos los presidentes de clubes de primera división de fútbol hacían lo propio con José María del Nido, presidente del Sevilla, condenado por ayudar a desvalijar las arcas del Ayuntamiento de Marbella. Son solo dos ejemplos de la proliferación de esa especie a la que me refería y que con un descaro propio del que se siente amparado por el poder sale de las catacumbas sin ningún rubor.

Ladrones, asesinos o estafadores los ha habido toda la vida y los habrá, es inevitable, y desde el comienzo de la humanidad la sociedad se ha dotado de los medios necesarios para castigar al delincuente. El ladrón roba, el estado lo mete en la cárcel y la vida sigue, así ha sido toda la vida. Pero claro, la sociedad avanza y los delincuentes ya no son solo los que roban gallinas, a los que se les aplica la norma clásica, ahora también hay ladrones que son alcaldes, respetables presidentes de bancos y o abogados de postín. Y para hacernos ver que estos individuos tienen el marchamo de respetabilidad, como en otras épocas tenían ocurría con los puros de sangre, surgen esos palmeros que piden el indulto que solo tienen cabida en una sociedad enferma y corrupta como la nuestra. Cómo se puede justificar la petición, por qué se hace ¿por gratitud, por esperar el mismo trato el día de mañana, por gilipollas, por todo a la vez? No sé en qué ámbito de la ciencia se estudiará el comportamiento de esta gente, si en la psicología, en la zoología o tal vez en la entomología, por su cercanía con los insectos y las plagas, pero lo que es indudable es que hay que exterminarlos, hay que hacerles ver que pedir el indulto para un delincuente también conlleva que ellos mismos sean repudiados.

En días pasados ya me refería a cómo la democracia se va estrechando a medida que se van aprobando leyes que recortan derechos y de aptitudes poco ejemplarizantes de nuestros gobernantes. Si a eso le añadimos su complacencia con esta nueva fauna y la apatía de una sociedad que se deja llevar por el barquero, ya tenemos el diagnóstico definitivo: estamos muertos. Eso sí, habrá merecido la pena porque si alguien no conocía la marca España, esto nos identifica a la perfección. Solo falta ponerle nombre a la especie.



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