Y ahora qué. La apuesta estrella
del equipo de González en Madrid era la privatización de la sanidad y se han
quedado sin monedas para seguir con el envite. Ya no tienen argumentos ni
tiempo para llevar a cabo una propuesta que, basada en el rodillo de su mayoría
absoluta, desde el principio estaba deshilvanada y mal construida.
Ahora, después de haber criticado
a médicos, enfermeras, personal auxiliar, pacientes y a todo el que pasaba por
allí, el Sr. Lasquetty se va. Después de haber intentado el derribo de un
modelo que funcionaba de forma ejemplar, el Consejero huye sin que nadie le
pida responsabilidades por el daño causado, huye sin pedir perdón, y huye sin
devolver a la sanidad pública la inversión que él mismo ha ido reduciendo durante
su mandado. La consigna era “cuanto peor, mejor” y de esta forma, poco a poco,
o mucho a mucho, ir desmantelando un servicio para justificar su mal
funcionamiento y así poder entregárselo en bandeja a las empresas que iban a
hacer negocio gracias al dinero de los madrileños y a la ceguera de su mentor.
Y ahora qué. Ahora la Comunidad
debería quitar las cargas de dinamita que ha puesto sobre la sanidad y
devolverla a su estado original, la misma que medio mundo envidia y los
ciudadanos han defendido. El nuevo Consejero se ha apresurado a decir que lo
primero es restablecer las vías de comunicación con los profesionales de la
sanidad, y me alegro, pero conviene recordar que esas buenas intenciones vienen
precedidas de su defensa a ultranza del modelo Lasquetty; las hemerotecas no
mienten y por ahí estarán sus palabras, aunque ya son historia. Ahora toca
trabajar para que la Sanidad recupere su pulso natural y, en paralelo, si hay
algo que mejorar en favor de todos, hágase, pero sin romper el modelo de
sanidad pública, universal y de calidad.
Al Sr. Lasquetty, mis mejores
deseos en su nueva etapa y mi reconocimiento a alguna de sus críticas a la
función pública. En la empresa privada que él tanto defiende no se le hubiera
tolerado un fracaso como el que ha cosechado al frente de la sanidad madrileña.
La mala planificación del proyecto, la mala gestión del desastre, la
inconsistencia de la propuesta, el coste económico y la ruina de la marca, en
cualquier empresa privada hace mucho tiempo que le hubiera costado el puesto. Esto
no ocurre en la actividad pública, es lo malo, cualquiera puede llegar, gastar
tiempo y dinero y no pasa nada. Estoy con Lasquetty en que algo no funciona,
sí, deberíamos tomar nota y ser más exigentes con los empleados que se
contratan. Lasquetty tiene razón porque sabe de qué habla, esta empresa está dirigida por desagradecidos que no creen en quien les paga.
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