miércoles, 8 de enero de 2014

Motín

Hace unos días unos amigos discutían sobre lo que todo el mundo discute: sobre los políticos. Por supuesto, para poner a los lectores en antecedentes, aclaro que todos, además de amigos, tenían cierta querencia por la izquierda. Esta aclaración parece un poco innecesaria porque la derecha, por alguna extraña concepción del bien y del orden, siempre asume cuál es su papel y nunca discute liderazgos ni jerarquías, va cuando le llaman, vota cuando le toca y comulga cuando tiene algo que pedir o mucho de qué arrepentirse.

El caso es que en el grupo los había que se decantaban, como Fernán Gómez, por esa expresión tan española de “a la mierda” con los políticos, ni un voto más, y los había que defendían el sistema, pero con los debidos cambios de caras y de normas. La cosa, después del rifirrafe, quedó como empezó, sin heridos y cada uno con su verdad.

El caso es que pensando en el destierro de los políticos me acordé de una canción que en medios no muy amplios tuvo su reconocimiento hace muchos años. Ahora la recupero porque, en mis paranoias, muchas veces me he imaginado a un capitán y a un timonel de carne y hueso a los que pongo cara e, incluso, los veo colgando del palo mayor. Pero ojo, que lo anterior es propio de mis locuras, no de la reflexión, y antes de colgar al capitán y a sus lacayos, deberíamos tener previsto lo que puede venir después, no nos pase lo que en la canción y pasemos de la isla con champán y caviar a una isla desierta y llena de ratas.

(Motín)
Con un sordo capitán
y un piloto duermevelas
embarcamos en Xixón
noventa días de pesca.
Llevábamos dieciséis
y ninguna costa cerca.

Una tarde quiero ir
a recorrer los burdeles
del puerto pa repostar
tabaco, vino y mujeres.
El patrón no puede oír
y el piloto que no quiere.

Cogemos al capitán,
lo colgamos de una verga
y abandonamos el barco
en una isla desierta.
Después ahorcamos también
al cabrón del timonel.

A un: "¡Viva la libertad!"
saltamos todos a tierra.
Música, champán, caviar,
cigarros, ron y jalea,
hembras, vino y buen coñac,
hay que celebrar la gesta.

¿Dónde vamos a beber
si en la isla no hay tabernas?
¿Dónde vamos a buscar
burdeles, si está desierta?
Nos tendremos que encamar
con ratas de la bodega.

Cogemos al capitán,
lo colgamos de una verga
y abandonamos el barco
en una isla desierta.
Después ahorcamos también
al cabrón del timonel.


(Lo siento, pero solo he conseguido la letra)

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