Hoy he querido hacer un
ejercicio muy sencillo sobre los mensajes que he recibido sobre la
Navidad y confieso que después de varios intentos he fracasado. Este
virus de “los buenos deseos” casi empieza a propagarse con el
final del verano y no hay manera de curar sus secuelas hasta que, de
golpe, nos encontramos con la cartera vacía, unos kilos de más y
una resaca que dura hasta el final de enero. Pero bueno, aunque no sé
si es políticamente correcto reconocerlo, tengo que decir que me
hace mucha ilusión que la gente esté animada, salga a la calle para
demostrarlo y comparta con los demás su alegría y buenas
intenciones, como un viejo rescoldo de nuestro pasado humano.
Y como yo soy un tipo
bastante normal, voy a hacer lo propio: compartir mis deseos para
2014. En este caso se trata de muchos deseos y un propósito. Los
deseos son los que tenemos casi todos: paz en el mundo, erradicación
del hambre, mejor salud pública, más inversión en educación, un
techo para los que no tienen, trabajo, que Rajoy se quede en el paro,
que la Botella se compre un espejo que le devuelva su verdadera
imagen, que Fernández Díaz tenga que atravesar unas concertinas
todos los días para entrar en su casa, que Ana Mato se opere en un
hospital público, en fin, cosas normales. Y mi propósito: que todos
hagamos lo que esté en nuestras manos para conseguir nuestros
deseos.
Cuántas veces habremos
deseado que nos toque la lotería sin haber jugado un décimo.
Entiendo que lo pida Rouco, que tiene más razones que nadie para
creer en lo milagros, pero los que tenemos una fe limitada no podemos
esperar que eso ocurra. Si queremos que nos toque algún premio
tenemos que molestarnos en salir a la calle y pagar el décimo, es
inevitable ese pequeño esfuerzo. Pues con lo de la paz, el hambre,
el techo, el trabajo o lo de Rajoy y sus enanos, ocurre lo mismo,
tenemos que participar y molestarnos mínimamente. No podemos pedir
lo que a nosotros nos corresponde aportar, no podemos esperar lo que
nosotros no estamos dispuestos a dar, no debemos exigir lo que solo
con nuestro esfuerzo se puede conseguir. Desear cosas está bien,
pero hagamos algo para conseguirlas.
Ese es mi propósito para
2014, intentar, arrimando el hombro, que mis deseos, los buenos
deseos de la mayoría, se hagan realidad. Sin duda, en mi caso, será
una participación muy escasa y casi simbólica, pero será.
Os espero en el camino.
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