Desde hace algún tiempo me
rondaba la idea de volver a abrir este blog. Motivos nunca han faltado. Cuando
lo cerré pensaba que me estaba desviando hacia una permanente crítica que me
producía malestar y no me aportaba ni una pizca de bienestar. Han pasado unos
meses y, la verdad, durante este tiempo el malestar ha seguido creciendo, por
lo que entiendo que la causa no estaba en mis comentarios, sino en quienes los
provocaban.
Lo cierto es que, al margen de otras razones, dos han sido los motivos que me han hecho volver en estos
momentos: por un lado el vídeo que me envió una amiga al que acompañaba el
comentario “para reflexionar”. No sé qué me pasó por la cabeza, pero
inmediatamente pensé en lo bien que le viene a los ladrones de ilusiones que
sigamos reflexionando, en casa, eso sí, y sin hacer ruido. Llevamos tanto tiempo
reflexionando que no llegamos a entender que si no ponemos en práctica la
teoría llegaremos a ser tan sabios como inútiles. Nos creemos filósofos,
pensando que el producto de nuestros pensamientos cambiará el mundo, cuando en
realidad somos esclavos de una pasividad y un conformismo que justificamos con
nuestras grandes e inútiles reflexiones de barra y café.
La otra razón, y muy en sintonía
con la anterior, es el artículo de ayer de Elvira Lindo en El País despidiéndose
de sus lectores. En el texto hablaba de su talante a lo largo de los once años
que ha estado en el periódico: su educación, sus buenas maneras o su intención
de no hacer daño a nadie, aunque no siempre lo ha conseguido, han sido el norte
que ha marcado sus columnas. Propósitos envidiables y dignos de admiración,
pero qué bien le vienen estas posturas a los mismos ladrones de ilusiones de
antes.
No voy a decir que nos echemos
todos a la calle, Dios me libre, que para eso están los guardianes de la moral y el orden, Gallardón y Fernández Díaz, que nos aplicarían inmediatamente la ley de peligrosidad social (los más jóvenes no la conocen, pero
con distinto nombre la conocerán). Si fuésemos capaces de exteriorizar, más
allá del bar o de la tertulia con amigos, nuestros pensamientos, posiblemente
nos iría mejor y nuestros hijos y nietos no tendrán nunca que lamentarse de su
situación ni avergonzarse, cuando les toque, de sus padres y abuelos.
Reflexionemos mientras el ladrón
nos desvalija la casa, y cuando le veamos pasar a nuestro lado con su botín,
con educación y buen talante, le abrimos la puerta y le ayudamos a cargar
nuestras propiedades en el coche. Eso es lo que esperan de nosotros, eso es lo
que nos están pidiendo, y eso es lo que estamos haciendo.
Brindo porque 2014 nos traiga
renovados aires que nos hagan despertar del letargo en el que estamos.
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