Hoy creo que Rajoy ha ido
a rendir cuentas a Merkel y, mediante las correspondientes
genuflexiones, agradecer la luz que emite sobre nuestro país y
alumbra nuestro futuro. Además, pero esto es un tema menor, han
tratado sobre los paraísos fiscales y el fraude que, al parecer, nos
cuesta 2.000 euros por cabeza y año.
Sobre los paraísos
fiscales, lo más fácil sería, en nuestro caso, preguntar por
ejemplo a Botín por qué tiene allí sucursales y a qué se dedican.
Se podrían hacer cosas más drásticas, pero ese es otro tema porque
cada uno en su casa hace lo que le da la gana.
En cualquier caso, lo que
sí se podría hacer es revisar nuestra legislación tributaria. No
voy a hacer ninguna relación exhaustiva, solo comentaré dos o tres
puntos que entiendo no ayudan a mejorar la recaudación.
Para los delitos de
hurto, esos que hacen los raterillos en el metro, la pena es de uno a
tres años. Para los delitos contra la Hacienda Pública, que es lo
más grave que puede hacer un contribuyente, la pena es de uno a
cuatro años. Cuesta casi la misma pena robar diez euros en una
tienda que 120.000 por impuesto y año a Hacienda. No vale robar
100.000 en renta y otro tanto en IVA y otro tanto en sociedades, para
nuestra legislación eso no es delito; tenemos que ser capaces de
robar 120.000 euros en un solo impuesto y en un solo año, algo solo
alcanzable para Bárcenas, Botín, Blesa, la familia del rey y cuatro
más, para estar a la altura de los más grandes. Además, el propio
Código penal se encarga de decir (en términos legales, claro) que
aunque pillen a estos fulanos con las manos llenas la pena será de
hasta dos años, con lo que no irán a la cárcel, salvo que para
echarles una mano en sus andanzas cuenten con la tripulación de La
Perla Negra y tengan en la puerta de su casa la bandera negra con la
calavera en el centro. Naturalmente esto no ocurre nunca porque esta
gente es muy discreta y han cambiado el barco pirata por el coche de
gran maletero, mucho más manejable y discreto. Total, que la
redacción del Código Penal fue una pérdida de tiempo o, lo que
parece más sospechoso, una garantía (salvo para algún pringadillo
aficionado).
Pero que nadie tema, si
usted es un afortunado que tenía que pagar 120.000 en la declaración
de la renta y se olvidó, porque eso es algo normal, todavía tendrán
que demostrar que existió mala leche en el olvido (eso del dolo), y
si no lo consiguen tampoco será delito podrá irse a cenar a su casa
sin ningún preproche social.
En este punto creo que
los nuevos piratas pecan de excesiva humildad. Deberían reclamar un
trato que les diferenciara de los vulgares rateros; no sé si
pidiendo más pena o que se cuelgue un retrato suyo al lado del de
Montoro en el Mº de Hacienda, ya saben, por los servicios prestados.
Otro punto curioso es ese
de las llamadas “Actas con acuerdo”. Para que nos entendamos, si
llega una inspección y después de abrir un cajón descubre un
fraude de 1000, nos dice que antes de abrir los cinco cajones que
quedan podemos llegar a un acuerdo y firmar el acta aceptando pagar
1500. El ciudadano, que sabe lo que hay en los cajones dice “bueno,
vale, pero por no discutir”, y el inspector, que se imagina lo que
hay pero que le llevaría muchos tiempo la revisión de los cajones
y, además, también sabe que el contribuyente tiene medios para
alargar esto hasta el infinito y más allá, se la envaina y a otra
cosa. Todos contentos, menos los honrados contribuyentes que tienen
que hacer un sobreesfuerzo para compensar lo que este robagallinas no
ha pagado
Otra cuestión es el
plazo que tiene la inspección para finalizar su trabajo: doce meses,
salvo que el tema sea muy complejo y tenga ramificaciones
territoriales, en cuyo caso la inspección tendrá otos doce meses de
gracia. Teniendo en cuenta las complejísimas operaciones de
ingeniería fiscal que se hacen para ocultar operaciones y bienes y
los escasos medios de la inspección, no me extraña que, en muchos
casos, se prefiera lo de la firma con acuerdo, puede ser la única
manera de pillar algo ante la posibilidad de no pillar nada porque ha
caducado el procedimiento.
Y así podríamos seguir
hasta pasado mañana.
Para terminar, solo quería
decir que llama la atención que mientras la casta política se
blinda para que nada le toque y nada le afecte, salvo los
privilegios, “cede” permanentemente a las presiones de los que
más tienen, poniendo trabas a la actuación inspectora y limitando
su libertad de actuación para poder hacer bien su trabajo. Muy raro
y sospechoso, demasiado compadreo. Derechos de los contribuyentes,
sí, pero sin olvidar el bien superior que son los derechos de la
sociedad en su conjunto.
Que los más ricos y
ladrones duerman tranquilos, que no será Rajoy ni su jefa los que
los inquieten.
Perdón por la extensión.
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