Las imágenes que llegan
de Libia son estremecedoras, más de cien civiles, entre los que hay no menos de treinta niños, muertos tras un
bombardeo de las tropas sirias a la ciudad de Hula, expuestos en
interminables filas, yacen sin vida para que cámaras y fotógrafos
inmortalicen la violencia con la que El Asad trata a sus enemigos.
Hace más de un año, el
25 de abril de 2011 (Esta
es la ocasión), iluso de mí, ya pedia desde este blog una
intervención internacional para terminar con un régimen que no
puede justificarse de ninguna de las maneras, salvo por los lazos
personales que muchos mandatarios occidentales han tenido durante
años con el sátrapa o por intereses estratégicos que parecen
equilibrar la balanza de los muertos. La buena noticia es que
prácticamente todos los líderes internacionales han pedido una
investigación para aclarar lo ocurrido y, en su caso, pedir
responsabilidades al régimen sirio, algo que siempre es de agradecer
porque la gente decente debe de saber la verdad sobe estas cosas.
Incluso la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, ha
dicho que se había cometido una atrocidad, dando por hecho que los
bombardeos provenían del bando gubernamental. Resumiendo: un bombardeo,
unos niños muertos a los que nadie les devolverá la vida y unos
familiares a los que nadie consolará.
Por su parte, Amnistía Internacional
ha documentado numerosos casos de personas muertas en bombardeos
aéreos llevados a cabo por la OTAN en diferentes ciudades de Libia,
sin que existiese ningún enclave militar ni estratégico y sí
núcleos de población civil. Según AI, que ha solicitado en
numerosas ocasiones que se investiguen estos hechos, la OTAN no ha
investigado las muertes y ni siquiera ha tratado de contactar con los
supervivientes o con los familiares de los fallecidos, limitándose a
decir que “lamenta profundamente el daño que estos ataques aéreos
puedan haber causado”, añadiendo que “carece de mandato para
llevar a cabo actividades en Libia” una vez concluida su misión.
En este caso la comunidad internacional ni está ni se la espera. Resumiendo: un bombardeo,
unos niños muertos a los que nadie les devolverá la vida y unos
familiares a los que nadie consolará.
Que mierda de guerras. Da
lo mismo que los aviones o las bombas las tengan los buenos, los
malos, los de enfrente o los del lateral porque las víctimas siempre
son las mismas, igual que el cerebro y la sensibilidad de quien usa esas armas, sena del bando que sean.
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