Esta mañana me he levantado un poco raro, como con cierto cosquilleo en el estómago. Naturalmente he ido corriendo al cuarto de baño y me he mirado en el espejo, primero me he mirado la cara, luego las manos, por delante, por detrás,… y nada, todo estaba igual: el mismo pelo (poco), la misma estatura (idem), la misma leche (regular),… ¡Qué raro!, me he dicho, pensaba que el efecto sería inmediato; así al menos imaginaba que sucedería, pero no, incluso los milagros necesitan su tiempo. Bueno, habré de ser paciente, porque si no ha ocurrido todavía será cuestión de horas o de días, pero llegará pronto. No tardando mucho seremos la envidia de Europa, qué digo de Europa, del mundo. Rajoyman, nuestro inmaculado líder, logrará que la felicidad reine en nuestro país y que esto se refleje en nuestras caras, seremos más guapos, tendremos flequillos de infarto, sisearemos al hablar como hace la gente de bien, como la Lomana o como Boris Izaguirre (qué difícil es a veces distinguir a los votantes del PP de los del PSOE) y, lo más importante, dejaremos de ser españoles para ser ESPAÑOLES (así, con mayúsculas). Y algunos se quejan porque habrá que hacer sacrificios. Blandengues que no creen en el futuro, ese futuro que nos espera, en el que todo será maravilloso, algo indescriptible, “un mundo feliz (ver)” Estoy deseando verlo, ¡qué felicidad! Y Esperanza Aguirre y Ana Botella entre los “Alpha”, increíble; así quién no querrá vivir en este nuevo paraíso llamado España. Dios, ¡cuánto hemos tardado en reaccionar! Si Zapatero, representante de los Gammas (siendo generosos) hubiera visto la luz como la ve cada mañana Rajoyman gracias al “soma” que se chuta cada mañana, qué distinto hubiese sido todo, cuánto tiempo nos habríamos ahorrado, sin viejos, ni enfermos, ni desviados, ni disidentes, ni indignados. Aleluya, alabemos a nuestro gran líder, seamos todos productivos o no seamos nada. ¡Quiero mi flequillo, quiero mi soma y los quiero YA¡
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