miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sentido común

Con las declaraciones de algunos miembros de la patronal, los empresarios también han entrado en campaña. Para situarse han desempolvado una vieja reivindicación que les lleva doliendo desde que el mundo es mundo. Se trata naturalmente de la rebaja de la indemnización por despido. Como siempre, me meto en temas que desconozco, pero me rechina que para crear empleo, antes incluso de contratar a un trabajador, estén pensando en lo que les va a costar despedirlo. No lo entiendo. O tal vez sea que lo que realmente están pensando no es en despedir al que todavía no han contratado, sino a los trabajadores que llevan algunos años en la empresa, únicos que quedan en estos momentos, y que han acumulado un sueldo más o menos digno y algunos derechos, para sustituirlos por otros a mitad de precio (si aportan menos valor añadido y experiencia a la empresa no es importante, que no están los tiempos para poner peros).

Pero claro, puestos a pedir aprovechan el viaje y piden más cosas: también piden una rebaja de las cotizaciones a la Seguridad Social y una disminución del Impuestos sobre Sociedades. Si nos parásemos aquí podríamos pensar que son unos egoístas y que sólo piensan en ellos mismos, sobre todo si los comparamos con nuestros hijos que a pesar de su corta edad siempre dejan un renglón cuando escriben a los Reyes Magos para pedir algo para los más necesitados. Y aunque no es el caso, no son unos egoístas porque su altruismo roza la santidad y están dispuestos a sacarnos de esta situación si se aceptan sus propuestas.

Pues sea. Yo me apunto a sus reivindicaciones. Eso sí, a cambio sólo pediría un par de cosas. La primera, que la Agencia Tributaria se emplease a fondo y que, después de reformarse la Ley, todos los bienes que están a nombre de la empresa y que en realidad son de uso particular fuesen confiscados; ya sé que es una medida excesiva pero a veces olvidamos que defraudar al fisco no es una cuestión menor, es defraudar a España y, en estos momentos tan difíciles, es robar a los españoles. Y la segunda, ya que hay que facilitar todos los medios posibles a las empresas para que puedan crear empleo, y como no puede ser de otra manera, aplicar sin límites la exención por reinversión en el Impuesto sobre Sociedades, pero eso sí, los beneficios de la empresa repartidos entre sus accionistas que tributen exactamente igual que lo hacen las rentas del trabajo.

Sinceramente, no me parece que sean unas condiciones excesivas y, como diría Rajoy, son de sentido común. Y del endurecimietno de las sanciones por defraudación ni hablo, que va de suyo, que lo que está en juego es mucho y lo menos que se puede pedir es juego limpio. Si hay que dar facilidades, que se den, pero a cambio ninguna tontería.

Ya se sabe, a grandes males grandes remedios.

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