Parece que las encuestas se empeñan en no cambiar la intención de voto de los españoles para las elecciones del próximo día 20 y nosotros seguimos empeñados en no darnos cuenta. Como se solía decir hace algunos años, “el pescado está todo vendido” y sólo falta cuantificar la diferencia que sacará el PP a su favor con respecto al PSOE, únicos partidos con capacidad (de voto) para gobernar.
Ya sé que son momentos complicados porque los partidos están en campaña y sólo les preocupa su imagen en televisión o dar con la frase ingeniosa que al día siguiente aparecerá en todos los medios, pero la cosa es lo suficientemente seria y grave como para que todos seamos capaces de mirar un poco más allá y empecemos a trabajar por el futuro. Ya no vale decir que los ciudadanos tienen la última palabra y esperar de brazos cruzados a que se produzca un milagro que nunca llegará. Para mi hoy estamos a 21 de noviembre y es el momento de empezar a recuperar lo que se ha perdido, cada día que pase es un día perdido, es un día que tiraremos a la basura, es un día menos de ilusión. La derecha tiene muy claro a quien va a votar y la izquierda no confía en el PSOE. Sólo nos queda empezar la reconquista cuanto antes, sin demora, sin esperar los resultados que, con pocas variaciones, ya conocemos. Y cuando hablo de reconquista me refiero a recuperar los pilares básicos de nuestro sistema social: educación, sanidad y justicia, porque con el nuevo gobierno los doy por finiquitados. Rajoy se empeña en decir a los cuatro vientos que estos pilares son la base de su programa, pero ya conocemos cómo funciona la derecha en estos asuntos. No hace falta repetir lo que ocurre en Madrid, cómo los nuevos hospitales que se construyen son gestionados por empresas privadas al tiempo que se reducen prestaciones. Y sobre la educación qué decir: el gobierno de Felipe González instauró la educación concertada en un momento en el que había mucha demanda de plazas escolares y pocos colegios públicos para atender a tantos chavales. Fue una opción de urgencia para universalizar la educación gratuita que se ha convertido en una trampa. La obligación de las administraciones públicas es la de garantizar una buena educación pública para todos los ciudadanos, sin excluir a nadie, de la misma manera que también entra dentro de las obligaciones de la Administración no poner trabas a la creación de centros de educación privados para quienes quieran elegir esta opción, pero no deduzco de ningún sitio de la Constitución que el Estado deba financiar estas empresas que sistemáticamente excluyen a niños con dificultades o no aportan un certificado de pureza de sangre.
Hoy mejor que mañana hay que empezar a reconquistar lo que, si no lo remediamos, vamos a perder. Partidos políticos, intelectuales, profesionales, sindicatos, movimientos sociales, trabajadores de cualquier condición, estudiantes, todos unidos sin fisuras en un gran frente por la educación, la sanidad y la justicia. Alguien debería empezar desde ya, y me pongo a su disposición, a trabajar en esta cuestión porque cada paso atrás que se dé son décadas de historia que perdemos. Con la disculpa de la crisis hay mucha gente que quiere hacer caja y no debería ser a costa de lo mejor que tenemos.
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