Bueno, para cambiar de chip y alejarnos de tanto mercado que sólo nos dan disgustos, hoy traemos una de esas historias que sólo pueden darse cuando los dioses hacen de las suyas.
Ya sabemos que Afrodita, además de ser un poco pendón (no confundir con los pendones castellanos, me refiero a putón), era un poco jodida de trato. El caso es que Ares (recordad que Afrodita tuvo algo más que un lío con él estando casada con el feo Hefesto) tuvo sus más y sus menos con la Aurora , también llamada Eos. Afrodita, al enterarse de esta “infidelidad”, maldijo a Eos y la condenó a no poder enamorarse nunca más de un dios, de forma que a partir de ese momento sólo pudiese enamorarse de los mortales.
Y como siempre hay un roto para un descosido, y mortales hay un montón y algunos de muy buen ver, Eos se enamoró perdidamente de Titón, hijo de Laomedonte, rey de Ilio (Troya). Incluso algunas versiones dicen que lo raptó. Y durante largo tiempo vivieron su amor con tanta felicidad que un día Titón le pidió a Eos que le concediese la vida eterna para poder vivirla a su lado. Eos, enamorada como estaba y porque podía hacerlo, le concedió este deseo, pero se olvidó añadir a la inmortalidad la eterna juventud, por lo que a medida que avanzaban los años Titón iba envejeciendo y arrugándose cada vez más y su voz haciéndose cada vez más débil. Vamos, una vida eterna nada envidiable.
Ante esta situación, Eos se fue a ver a Zeus, el jefe, para que hiciese algo, porque ella misma no podía “arreglar” lo que había hecho; y Zeus le dijo que nones, que él tampoco podía. Ante este miserable porvenir que les esperaba, Eos, que no quería perder a su amado, tomo la decisión de convertir a Titón en una cigarra que, con su canto, acompañó a su amada por siempre jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario