martes, 26 de julio de 2011

Discursos peligrosos

Tremendo mundo convulso el que nos está tocando vivir. Crisis económica y crisis de valores se dan la mano formando una mezcla explosiva. Lo ocurrido en Noruega el pasado sábado no debe entenderse como un hecho aislado, a pesar del elevado número de víctimas que ese fundamentalista asesino provocó. Hechos como este, de desprecio al contrario, ocurren cada día en cualquier rincón del planeta. Ayer podía verse en la prensa cómo habían crecido los votos de los partidos que defienden y propagan el racismo y la xenofobia en Europa; concretamente en Noruega el Partido del Progreso, representante de esos energúmenos, aparecía con un alarmante 23% de los votos. Un malísimo dato que tendría que hacer reflexionar a todos: políticos y ciudadanos de a pié.

Pero ojo, que este desprecio a las ideas del contrario no es exclusivo de los partidos de la extrema derecha. La crisis ha hecho que algunos partidos tradicionales hayan iniciado un peligroso discurso contra el extranjero (pobre, naturalmente), que viene a robarnos nuestras posesiones, nuestro trabajo, nuestra cultura y nuestra religión según ellos. Ideas que albergaban en la recámara de su cerebro y que ahora pueden exhibir sin tapujos y, lo que es peor, con la certeza de que van a conseguir votos.

Porque en esta época de crisis económica, donde el miedo a perder lo que se tiene se acrecienta, y donde la crisis de valores que hemos cultivado durante la época de las vacas gordas la hemos interiorizado y transmitido a los más jóvenes, es muy fácil encontrar cerebros receptores donde puedan anidar ideas “salvadoras”, donde esos discursos, legitimados por la supuesta altura de quien los pronuncia, van calando, y sólo nos llevamos las manos a la cabeza cuando un fundamentalista como el noruego Anders Behring saca sus armas y mata a casi cien personas, pero no nos inmutamos cuando vemos actos “menores” de racismo que pueden ser el germen de posteriores lamentos, o cuando escuchamos discursos que encierran un trasfondo igual de malévolo.

Frente a estos mensajes del miedo, sólo se me ocurre respeto, respeto por lo diferente, respeto por el vecino, respeto por el que trabaja, respeto por el honrado, respeto por el que me respeta; e intolerancia, mucha intolerancia contra el intolerante. Y Estado de derecho para todos, con sus normas y sus leyes, sin importar procedencia, raza, cultura, religión o estado de su cuenta corriente, porque delincuentes los hay en todos los sitios. Y mucho cuidado con los que proclaman su diferencia como algo superior, que estos me dan mucho miedo.

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