lunes, 25 de septiembre de 2017

Sensaciones: Aclaración

Solo aclarar lo que parce que no estaba claro. El post titulado “Sensaciones”, del pasado día 22, no estaba dedicado a Cataluña. Este es un tema que por higiene mental he cerrado aunque sea de forma temporal.
 
La reflexión del post venía a cuento por la deriva que está tomando nuestra sociedad por la falta de tolerancia, por la intransigencia en relación a algunos postulados políticos o religiosos, y por la facilidad con la que se acude a los juzgados y se invoca el Código Penal para defender nuestro espacio, encorsetando el del contrario. El caso de la denuncia contra Netflix por la publicidad de un corto de Borja Cobeaga, por entender que atenta contra las víctimas de ETA, o antes el del tuitero condenado por un chiste sobre Carrero Blanco, y antes, durante y después, las permanentes denuncias por atentados contra los sentimientos religiosos, son solo algunos ejemplos. Pero lo preocupante no es que haya denuncias, es inevitable que alguien se sienta ofendido en determinados momentos, lo realmente grave es que el Código Penal siga recogiendo como delito lo que solo es una manera diferente de ver las cosas. Debería ser la sociedad la que decidiera lo que está bien y lo que está mal, lo que tiene gracia o lo que no la tiene. Eso es lo grave, y el único culpable de esta situación, por no reformar el Código Penal eliminado algunos tipos que quedaron superados hace muchos años, es el legislador, siendo el gobierno cómplice necesario. Nos estamos convirtiendo en una sociedad arisca, desconfiada, siempre en guardia en defensa de una moral, la nuestra, que consideramos única y verdadera, sin conceder espacio al disidente o al diferente.
 
Deberíamos darnos una oportunidad y aprender a ser más tolerantes y a debatir, a opinar, a aguantar los chaparrones de quienes no comparten nuestras ideas. La libertad de la que hablamos y con la se nos llena la boca, se ejerce con todas las consecuencias. Aunque antes de ejercerla o de padecerla hay que creer en ella, en la nuestra y en la de los demás, y eso requiere práctica y fe, mucha fe, que se tiene o no se tiene.
 

viernes, 22 de septiembre de 2017

Sensaciones

Cuentan que con la muerte del dictador hace más de cuarenta años llegó la incertidumbre para unos, la esperando para la mayoría, y una extraña sensación de libertad  que envolvió a toda la gente de bien. No importaba que el aparato del estado, incluyendo policía, ejército o jueces, fuese franquista, la sensación de libertad era real, se podía palpar. Hoy, cuarenta años después, cuando la policía, el ejército o los jueces son parte consolidada de nuestra democracia, la sensación de antaño se va diluyendo.
 
Extraño mundo el de las sensaciones.
 

viernes, 15 de septiembre de 2017

"Revolución española"

Revolución española
En 1937, Francis Picabia, pintor francés de origen español, plasmó en un cuadro toda la esencia de la historia de España. Posiblemente su intención fue solo reflejar el horror de aquella pasada guerra de la que no terminamos de salir, pero hizo un perfecto retrato de la España de cualquier momento de los últimos trescientos años.
 
En el cuadro aparece La Torre del Oro, pero podía haber puesto perfectamente la Casa Batlló y estaría de plena actualidad, aunque esto es solo un detalle porque lo nuestro, lo que más nos gusta, es pelearnos con el vecino y encontrar alguna buena excusa para demostrárselo, sin importarnos si lleva barretina, txapela, cachirulo, sombrero cordobés o boina. Tiramos a todo, menos a la montera y a la peineta, que eso es algo sagrado y, por lo tanto, intocable.

Por cierto, si en el cuadro ponemos a uno la cara de Puigdemont, y a los otros la del presidente y la vicepresidenta, ya tenemos el cuadro completo. Yo creo que este Picabia era un visionario.
 
 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Derecho a la holgazanería

La holgazanería, por lo general, es una característica que tiene muy mala prensa. No conozco a nadie, por muy sincero que sea, que en una entrevista de trabajo se declare holgazán, ni siquiera un poco holgazán. Siempre queremos pasar por muy activos, dinámicos, proactivos, dispuestos a trabajar hasta los fines de semana si es necesario, aunque en el fondo todos llevamos un perezoso dentro. Yo me reivindico como holgazán y reivindico la holgazanería para todos, sin distinción de sexo, condición o clase.
 
¿Pero cómo reconocerse como holgazán, remolón, vago,...? A mí me bastan tres simples preguntas:

lunes, 11 de septiembre de 2017

Hasta nunca

Rajoy y Puigdemont no se han encontrado en la Diada. Si han quedado a la salida del metro es normal, con tanta gente alguno habrá llegado tarde.
 
De todas formas, a modo de carta a los Reyes Magos, esa que nunca llega pero que siempre tenemos la esperanza de que alguien lea, me gustaría decirles:
 
Sr. Rajoy, cuando vaya por Cataluña, o cuando se relaje en su despacho, no se olvide de la tremenda multitud que está pidiendo la independencia. Eche un vistazo a las fotografías de las últimas Diadas. Hable con quien corresponda, entienda las razones de tanta gente saliendo a la calle. A mí ya me cuesta dirigirme a usted, pero si es por el bien común, lo hago. Su comportamiento, el de usted, ninguneando las pretensiones de una gran parte de los catalanes no le hace más fuerte, ni más creíble, ni más hombre de Estado. No sea cobarde y no se esconda tras las leyes, porque si éstas no sirven lo que hay que hacer es cambiarlas. Sea valiente y deje de mirar por el rabillo del ojo a su electorado.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Reforma constitucional

Que nuestra constitución está en fase terminal parece un hecho cierto. Llevamos manteniéndola con tratamientos paliativos desde hace años y no nos atrevemos a realizar ninguna intervención por si se nos muere en la mesa de operaciones. Casi cuarenta años nos separan de aquel mes de diciembre de 1978 cuando fue aprobada. Dese entonces solo se ha modificado en dos ocasiones: la primera por imperativo del Tratado de Maastricht, para ceder soberanía a Europa; y la segunda para modificar el artículo 135, por imperativo de los mercados que necesitaban garantizarse la parte de nuestro sudor que les correspondía por derecho propio. En ambos casos, la modificación se realizó con nocturnidad y alevosía y, según los responsables, por razones de estado.
 
Recordemos que la Constitución nació tras un parto complicado. Acababa de morir el dictador y el relevo, con un ejército fiel a la cruzada, se antojaba complicada. Entonces se discutió sobre si era mejor la “transición” o la “ruptura”; se optó por la primera opción, que era la menos molesta, y desde entonces seguimos padeciendo sus consecuencias: los herederos ideológicos siguieron enarbolando sus banderas, recibiendo subvenciones públicas, haciendo apología de la dictadura; y sus herederos directos gozando de un extenso patrimonio, de cuyo origen nadie se ha preocupado.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Mi música (3)

Como en materia de gustos soy una persona muy poco evolucionada, recupero dos canciones que oigo habitualmente en el coche y que se remontan a 1994. Son de un CD de Loquillo: “La vida por delante”, en el que versiona poemas de gente muy diferente. Loquillo es un personaje que no admite medias tintas, o te gusta o lo odias, aunque en esta ocasión espero que los segundos encuentren algún motivo que les acerque a los primeros.

"Julia Reis." Poema de José Mateos
Acceso
Música potente. Para los que tengan cierta edad, tremendamente nostálgica. Siempre había una Julia Reis, y siempre inalcanzable (para mi). Aunque luego el destino me recompensó sobradamente.

"Niña morena y ágil". Poema de Pablo Neruda
Acceso
Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
El que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
Hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
Y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Nada que añadir.

viernes, 1 de septiembre de 2017

El invierno sí me mata

Al igual que ha ido sucediendo con los grandes imperios, todo tiene su fin. En nuestra adolescencia pensamos que nacemos para llevarnos "la vida por delante”, como decía el poeta. Todo lo que nos propongamos lo podremos conseguir, pensamos, sin miedo a ese futuro que el tiempo se encarga de ir estrechando de manera inexorable. En algunos momentos de euforia, algo muy habitual en la juventud, llegamos a pensar que seremos eternos, que no hay nada que no podamos alcanzar, si no es hoy será mañana. Pero no, solo somos usufructuarios de un tiempo que recibimos prestado, ni siquiera es nuestro porque no podemos disponer de él, ni siquiera para decidir cuándo o cómo termina. El destino nos priva de saber cuándo y las leyes nos privan de decidir cómo. Somos finitos y no somos conscientes de ello hasta que vemos la mochila llena de todo lo que hemos dejado sin hacer y, ahora sí, somos conscientes de que ya no haremos. Es entonces cuando un escalofrío se apodera de nosotros.