domingo, 30 de septiembre de 2012

Salvapatrias

Que memoria tan frágil tiene Rajoy. Ya no se acuerda de las manifestaciones en las que compartía pancarta con Aznar en contra del Gobierno de Zapatero, ya no se acuerda de la cara de indisimulada satisfacción que le producía salir en las portadas de los periódicos. Hay que ver cuanta miseria se acumula en sus actos, sus declaraciones o sus olvidos. Antes los ciudadanos de bien eran los que salían a la calle y ahora son los que se quedan en casa. Que típica esa doble vara de medir, tan española, tan liberal, tan de esos salvapatrias que en épocas confusas salen como los granos en el culo. Le guste o no, los ciudadanos de bien son todos hasta que se demuestre lo contrario, voten a unos o a otros, se manifiesten o no, aunque Rajoy ya ha demostrado que no lo es, por incompetente, inútil y mentiroso.

Este gobierno no admite fisuras, no quiere que nadie le lleve la contraria y mucho menos que le critique, y no duda en mandar a la policía o cambiar las leyes para que se haga su santa y única voluntad. No es de recibo que se pretenda acusar a unas personas que se manifiestan de "atentado a las instituciones", es un absoluto desprecio al derecho de manifestación y tiene toda la pinta de ser una amenaza a futuros manifestantes. Del comportamiento de la policía solo diré que habría que recordarles que no todas las órdenes son acatables y que el ensañamiento que se está viendo les señala directamente a ellos, además de a sus mandos. No sé qué les enseñarán en la academia, pero el comportamiento de los últimos días es más propio de otras latitudes que de un país como el nuestro, al menos los que peinamos alguna cana ya lo creímos superado.

Es muy posible que en las próximas manifestaciones haya quien se quede en casa por miedo a la policía, pero eso no ayudará al país que tanto quieren. Desde que las urnas otorgaron a este gobierno la legitimidad que con sus actos han perdido, no han sabido gestionar el poder, se comportan con autoridad y soberbia con el débil y con sumisión con el poderoso -salvando las distancias, algo muy parecido a lo que hacían los oficiales de las SS-. Piden lealtad y diálogo pero solo si es para firmar lo que ellos imponen porque creen que solo ellos pueden salvar este país del desastre. Salvapatrias de pacotilla que se llenan la boca de españolidad y rechazan todo lo que no huela a rancio, a la España de charanga y pandereta, a viacrucis y a peineta, que es donde esta gente, Rajoy a la cabeza, se siente a gusto. Son como el cacique de antaño, como el chulo del barrio o el malo de la película del oeste que por un puñado de dólares no duda en deshacerse del que opina en contra del que le paga. Pero que no olvide este matón, el de la película, que al final siempre llega uno más rápido que acaba con él o, en el peor de los casos, el mismo pueblo se encarga de poner las cosas en su sitio.

Y le guste o no a Rajoy, y le guste o no a Rubalcaba con su oposición blanda -menuda estupidez-, la gente seguirá saliendo a la calle diciendo NO, NO y NO a las políticas neoliberales que nos están llevando a la ruina. Salir a la calle es uno de los pocos derechos que le queda a la gente de bien, aunque el gobierno ya haya puesto en marcha toda su maquinaria para su eliminación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario