El próximo día 15,
sábado, está convocada una concentración en la Plaza de Colón, de
Madrid, para protestar contra la política económica de Mariano
Rajoy. El acto, auspiciado por más de 150 organizaciones de todo
tipo, tiene carácter nacional y se espera sea el más importante de
los últimos tiempos.
Es evidente que el
desaliento, la apatía o la desmoralización están haciendo mella en
la ciudadanía, que ve cómo cada día se recortan más y más sus
derechos, se resquebraja el tejido productivo, se tira por la borda
la generación más preparada de la historia de este país, se ponen
trabas a la educación pública o se desprecia a los inmigrantes y a
los menos favorecidos, pero ello no debe ser óbice para que el día
15 no estemos todos en la Plaza de Colón, con nuestras discrepancias
con algunas de las organizaciones convocantes y con nuestra rabia,
pero, sobre todas las cosas, con nuestra esperanza, con nuestras
ganas de recuperar lo que nunca debimos perder, con nuestro ánimo,
con la seguridad de que somos más, y más justos, y para gritar al
gobierno que éste no es el camino, que están equivocados y que la
ruina de España de y de los españoles no es la solución.
Como decía, es verdad
que hay organizaciones que se han mostrado muy críticas con los
sindicatos mayoritarios pero que se han adherido a la convocatoria.
Un ejemplo de ello es el movimiento 15M, que a pesar de tus
discrepancias ha convocado a sus simpatizantes a cierta distancia de
la Plaza de Colón, pero con la intención de marchar juntos hacia el
centro de la concentración. Un detalle que hay que agradecer.
Es un momento crítico,
nos han vendido que no hay otra solución, que todo pasa por eliminar
derechos y que la solidaridad es un bien que cotiza a la baja, que la
política está al servicio de la economía en lugar de servir al
ciudadano, que no somos nada sin los bancos y que nuestra salvación
pasa por rendir pleitesía a presuntos delincuentes como ese tal
Adelson, que quiere convertir Madrid en un prostíbulo (a lo mejor
Esperanza Aguirre encuentra trabajo en uno de sus casinos cuando deje
la política). Ha llegado el momento de decir basta, de enseñarles
los dientes y hacerles ver que no se puede gobernar en contra de los
ciudadanos. Pero para eso es necesario salir a la calle y quitarnos
la pereza o la apatía, la desgana o el desaliento, el sábado no hay
nada más importante que acudir a la concentración para decir no,
no, no y mil veces no a la política ruinosa de este gobierno, que no
es capaz de dar soluciones coherentes a esta crisis más allá de lo
que le dictan desde Bruselas o desde el ala más reaccionaria de su
partido.
El sábado posiblemente
no se reconquisten los derechos perdidos, pero será un grano muy
grande en un granero necesitado de todos. Nos vemos allí.
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