Estos días, como en tantas otras ocasiones, se ha suscitado el debate sobre la oportunidad de la emisión de imágenes de la muerte de una persona, en esta ocasión la de Gadafi. Yo, por llevar la contraria a todo el mundo, he defendido que sí, que las imágenes, aunque tremendamente desagradables, nos enseñan un poco más sobre la condición humana. No es lo mismo que te cuenten cómo somos, que comprobarlo en vivo y en directo. Pero además, ha servido para que los historiadores no nos tengan que desvelar dentro de algunas décadas lo que está pasando hoy y poder comprobar lo que, sin imágenes, se nos hubiese ocultado.
A raíz de lo que hemos visto, los organismos internacionales se han apresurado a censurar el asesinato y han prometido una investigación. Por supuesto con la boca pequeña porque ni es su prioridad ni interesa lo más mínimo, aunque lo cierto es que ha sido un crimen tan deleznable como los que cometía el dictador-petrolero- amigo de occidente, el que daba un toque exótico en las reuniones y posiblemente pagaba las copas. Y en descargo de los ejecutores habrá que decir que posiblemente estaban en un momento de excitación tal que no pudieron valorar lo que hacían ni sus consecuencias. Unos villanos, pobres, ciegos y cargados de odio que ya veremos a dónde les conduce este combinado.
Nuestra eterna doble moral. Nos echamos a la calle cuando el que muere es uno de los nuestros y miramos hacia otro lado cuando es de “los otros”. Héroes y villanos, según el bando que los juzgue. Precisamente para evitar estas barbaridades y otras peores, en 1948 la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en 1950 se firmó el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y muchos años antes, en 1774 y 1776, los americanos tuvieron el honor de ser de los primeros que se interesaron por estos derechos y promulgaron las Declaraciones de Filadelfia y de Virginia. Lástima que estos Derechos Humanos sólo los invoquemos cuando nos interesa. Ahora llamamos criminales a los que han asesinado a Gadafi, y hace bien poco condecoramos a los que asesinaron a Bin Laden. Los villanos de Libia nada tienen que ver con los héroes americanos. ¿O sí? Posiblemente sea una cuestión de semántica y el calificativo de “humano” ya no sirva para todos. Si es así, espero que me den la oportunidad de incorporar a la lista a un buen número de personajes ¿inhumanos? que ve vienen a la cabeza.
La historia siempre la escribe el que gana o el que manda. Y no sólo la escribe, sino que, si es necesario, la inventa. Menudo mundo estamos dejando.
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