martes, 29 de diciembre de 2015

La manzana de la discordia y sus consecuencias

Las bodas de Tetis y Peleo. Jacob Jordaens (1636-1638). Museo del Prado

Todo apuntaba a que sería una boda divertida. Los dioses asistían al enlace entre Tetis, la que luego sería madre de Aquiles, y el mortal Peleo. Quirón les había cedido su casa y la ceremonia transcurría con gran solemnidad. Tras los protocolarios regalos (entre los que estaban los caballos Balio y Janto, que Aquiles llevará luego a Troya o la lanza hecha por Atenea y Hefesto que hará invencible a Peleo y luego a Aquiles) aparece Eris, diosa de la Discordia, quien no había sido invitada a la boda y estaba algo mosqueada por eso. Al entrar en la casa, lanza una manzana  que algunos dicen que era de oro y se podía leer “Para la más hermosa”, otros que sólo era una manzana, sin más, y otros (Ovidio u Homero) que no mencionan manzana alguna. El caso es que, a pesar de que entre los invitados había gente muy guapa, como las nereidas, nadie se atrevió a
disputar el honor a Afrodita, Atenea y Hera, que rápidamente entraron al trapo para llevarse el galardón de “la más bella”. Zeus, esposo de Hera y padre de Afrodita y Atenea, para evitar males mayores, prefirió no intervenir y ordenó a Hermes que acompañara a las diosas frente a Paris para que resolviera el entuerto. Desde entonces estamos con eso de “la manzana de la discordia”
 
El juicio de Paris. Rubens (1606-1608). Museo del Prado

En este momento Paris era sólo un pastor, casado con la ninfa Eone, que desconocía su origen principesco y que tenía otros trece o dieciocho hermanos, según los autores. El caso es que llegan las tres diosas acompañadas de Hermes, que era toda una institución, y éste le entrega la manzana al joven pastor (damos por hecho que había manzana) y, por separado, cada una empieza a mostrarle sus encantos que, por lo que podemos imaginar, debían de ser muchos. Para asegurarse el premio, por si había alguna duda, cada una intentó sobornar al bueno de Paris, a lo que él no se negó (ni yo lo haría): Hera le promete hacerle soberano de Asia; Atenea, hacerle invencible; y  Afrodita, darle por esposa la más bella de las mujeres, Helena. Solo había un problema, o dos, Helena ya estaba casada con Menelao y él con Eone. El matrimonio de Paris se resolvió sin problemas porque la ninfa estaba verdaderamente enamorada, de hecho le siguió amando hasta la muerte de él, momento en que ella murió también. El problema era Menelao, pero esa es otra historia. Lo que aquí interesa es que Afrodita se alza con el triunfo, Paris le entrega la manzana de la discordia y el futuro de Troya se vuelve incierto.

El rapto de Helena. Juan de la Corte (S. XVII). Colección BBVA

Aunque siempre se habla del rapto de Helena, en realidad habría que hablar del “otro” rapto, porque cuando apenas tenía  diez años (Diodoro) o doce (Apolodoro) fue raptada por Teseo, que ya había cumplido largamente los cincuenta  (Helanico) y que se había confabulado con su amigo Pirítoo para casarse con hijas de Zeus. La pobre, a pesar de su noble cuna, parece que estaba predestinada a ser víctima de su belleza. El caso es que Helena fue liberada del primer rapto por sus hermanos y los dos amigos trasnochados castigados por Zeus, que los encadenó a la Silla del Olvido, lo que permitió que Afrodita pudiera cumplir su palabra de entregar a Helena a Paris.
 
Paris había sido reconocido ya como príncipe de Troya cuando se embarca, por indicación de Afrodita, con una escuadra (otra versión dice que se embarcó para recuperar a Hesíone o robar a una lugareña en su lugar). Al llegar a casa de Menelao, éste comete el error de marcharse a Creta por asuntos de trabajo, encargando a Helena que tratara bien a su huésped, lo que cumplió sin ninguna duda. La situación, naturalmente, pintaba bastante bien para que Afrodita pudiera pagar su deuda y Paris lograra su recompensa. Lo que no está claro es que fuera un rapto, porque la mayoría de los autores apuestan porque Helena quedó prendada del joven y se trató de una huida. Eso sí, Paris arrasó lo que encontró a su paso.

JMR 

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