Todo
apuntaba a que sería una boda divertida. Los dioses asistían al enlace entre Tetis,
la que luego sería madre de Aquiles, y el mortal Peleo. Quirón les había cedido
su casa y la ceremonia transcurría con gran solemnidad. Tras los protocolarios
regalos (entre los que estaban los caballos Balio y Janto, que Aquiles llevará
luego a Troya o la lanza hecha por Atenea y Hefesto que hará invencible a Peleo
y luego a Aquiles) aparece Eris, diosa de la Discordia, quien no había sido
invitada a la boda y estaba algo mosqueada por eso. Al entrar en la casa, lanza
una manzana que algunos dicen que era de
oro y se podía leer “Para la más hermosa”, otros que sólo era una manzana, sin
más, y otros (Ovidio u Homero) que no mencionan manzana alguna. El caso es que,
a pesar de que entre los invitados había gente muy guapa, como las nereidas,
nadie se atrevió a
disputar el honor a Afrodita, Atenea y Hera, que rápidamente entraron al trapo para llevarse el galardón de “la más bella”. Zeus, esposo de Hera y padre de Afrodita y Atenea, para evitar males mayores, prefirió no intervenir y ordenó a Hermes que acompañara a las diosas frente a Paris para que resolviera el entuerto. Desde entonces estamos con eso de “la manzana de la discordia”
El juicio de
Paris. Rubens (1606-1608). Museo del Pradodisputar el honor a Afrodita, Atenea y Hera, que rápidamente entraron al trapo para llevarse el galardón de “la más bella”. Zeus, esposo de Hera y padre de Afrodita y Atenea, para evitar males mayores, prefirió no intervenir y ordenó a Hermes que acompañara a las diosas frente a Paris para que resolviera el entuerto. Desde entonces estamos con eso de “la manzana de la discordia”
En este
momento Paris era sólo un pastor, casado con la ninfa Eone, que desconocía su
origen principesco y que tenía otros trece o dieciocho hermanos, según los autores.
El caso es que llegan las tres diosas acompañadas de Hermes, que era toda una
institución, y éste le entrega la manzana al joven pastor (damos por hecho que había manzana)
y, por separado, cada una empieza a mostrarle sus encantos que, por lo que
podemos imaginar, debían de ser muchos. Para asegurarse el premio, por si había
alguna duda, cada una intentó sobornar al bueno de Paris, a lo que él no se
negó (ni yo lo haría): Hera le promete hacerle soberano de Asia; Atenea,
hacerle invencible; y Afrodita, darle
por esposa la más bella de las mujeres, Helena. Solo había un problema, o dos, Helena
ya estaba casada con Menelao y él con Eone. El matrimonio de Paris se resolvió
sin problemas porque la ninfa estaba verdaderamente enamorada, de hecho le
siguió amando hasta la muerte de él, momento en que ella murió también. El problema era
Menelao, pero esa es otra historia. Lo que aquí interesa es que Afrodita se
alza con el triunfo, Paris le entrega la manzana de la discordia y el futuro de Troya se vuelve incierto.
El rapto de
Helena. Juan de la Corte (S. XVII). Colección BBVA
Aunque
siempre se habla del rapto de Helena, en realidad habría que hablar del “otro”
rapto, porque cuando apenas tenía diez
años (Diodoro) o doce (Apolodoro) fue raptada por Teseo, que ya había cumplido
largamente los cincuenta (Helanico) y
que se había confabulado con su amigo Pirítoo para casarse con hijas de Zeus.
La pobre, a pesar de su noble cuna, parece que estaba predestinada a ser
víctima de su belleza. El caso es que Helena fue liberada del primer rapto por
sus hermanos y los dos amigos trasnochados castigados por Zeus, que los
encadenó a la Silla del Olvido, lo que permitió que Afrodita pudiera cumplir su
palabra de entregar a Helena a Paris.
Paris había
sido reconocido ya como príncipe de Troya cuando se embarca, por indicación de
Afrodita, con una escuadra (otra versión dice que se embarcó para recuperar a
Hesíone o robar a una lugareña en su lugar). Al llegar a casa de Menelao, éste
comete el error de marcharse a Creta por asuntos de trabajo, encargando a Helena que tratara bien a su huésped, lo que cumplió
sin ninguna duda. La situación, naturalmente, pintaba bastante bien para que
Afrodita pudiera pagar su deuda y Paris lograra su recompensa. Lo que no está
claro es que fuera un rapto, porque la mayoría de los autores apuestan porque
Helena quedó prendada del joven y se trató de una huida. Eso sí, Paris arrasó
lo que encontró a su paso.
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