miércoles, 22 de febrero de 2012

Productividad

Pues sí, estoy totalmente de acuerdo con los que reclaman más productividad y afirman que esto se logra trabajando mejor en lugar de echar más horas. Y eso es lo que ha debido de estar haciendo Francisco Camps, mi guía espiritual en esta materia, en los últimos siete meses, en los que no había aparecido por las Cortes Valencianas: trabajar pocas horas pero muy bien rentabilizadas aprovechadas.

Hoy todos los medios abren sus portadas con la noticia de que Camps ha vuelto al Parlament, y lo hace afirmando que vuelve para “disfrutar del debate, y de las votaciones, y de las discusiones,...”, vamos, como el que va a tomarse unas cañas. Espero que le hayan tratado bien porque si no no vuelve. Menuda suerte la suya, que tiene un trabajo por el que cobra, al que no le obligan a ir y por el que no le piden cuentas. Luego se mosquea cuando algunos trabajadores se echan a la calle porque les recortan el sueldo y les amplían el horario, que sí o sí tienen que cumplir, aunque yo en esto de echarse a la calle en Valencia casi me lo pensaría dos veces, que están las cosas muy feas y enseguida te ponen el cartel de “enemigo”.

En cualquier caso, las pellas de Camps me provocan, además de cierto desasosiego, malestar o cabreo, dependiendo del momento, algunas dudas sobre algo que ya todo el mundo se ha preguntado alguna vez, ¿son necesarios tantos diputados?. Porque si son necesarios, todos tendrían que cumplir con sus obligaciones, entre las que debería estar, al menos, hacer acto de presencia en la cafetería del parlamento una o dos veces por semana (si hace falta, que rebajen los precios de las copas). Y si no son necesarios, no importa, habrá que echarle imaginación, como la que ahora hacemos para pensar en que sí lo son, e incentivar su asistencia, por ejemplo poniéndole un despacho al bigotes al lado de la cafetería para evitar gastos en desplazamientos y llamadas que luego todo el mundo oye. Esto hará más llevadero el duro trabajo de Diputado porque, entre pleno y pleno, siempre habrá alguien a mano al que se le pueda encargar algo de caviar para alguna fiesta o sea capaz de tomar medidas (las necesarias en cada momento).

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