Sí, son insaciables.
Nuestros empresarios no tienen límite a la hora de arañar lo que
puedan siempre que les venga bien a sus intereses. Cuando hablan de
crear riqueza están pensando sólo en ellos y el resto les importa
un bledo. Ahora reclaman que a los trabajadores que estén cobrando
el paro se les pueda retirar la prestación cuando rechacen un
empleo. Pero que nadie piense que lo dicen por mejorar las arcas
públicas, lo dicen porque con esta medida quieren abrir un nuevo
caladero de trabajadores que no podrá negarse a trabajar en las
condiciones miserables que ellos ofrecerán, que es el único camino
que nuestros ilustrados empresarios conocen para crecer. Los que
tanto gritan y piden son especuladores, no creadores de riqueza. En
este momento, con más de cinco millones de parados, todavía
pretenden seguir cargando la responsabilidad de su ineficacia sobre
los más débiles, sobre aquellos a los que ya no les queda casi
nada.
Hay que ver a estos
nuevos directivos de la CEOE el protagonismo que están teniendo.
Salen en los medios como si fuesen los nuevos divos. Desde luego, con
el actual gobierno del PP parece que les ha tocado la lotería y, no
contentos con la reforma laboral, quieren acaparar todos los premios.
Ahora que hay tanta demanda de empleo pueden permitirse el lujo de
contratar a cualquier licenciado para que les lleve el café o les
haga las fotocopias por un precio miserable, sin darle la más mínima
formación, que consideran que es un coste excesivo e inútil. En el
fondo siempre han creído que el trabajador era un parásito al que
la ley obligaba a dar un aguinaldo excesivamente generoso cada mes
por no hacer nada, en lugar de tratarle como un colaborador necesario
para que la empresa pudiese funcionar. En el fondo, son ellos, los
empresarios, los que siempre han creído en la lucha de clases, y
siguen peleando para la total eliminando de una de las partes.
Y mientras, ellos, los
autodenominados generadores de riqueza, salvadores de España, ponen
su coche particular, el teléfono de su mujer y sus hijos, las casas,
las comidas familiares y otros bienes a nombre de la empresa, para
que seamos todos los españoles los que financiemos sus fiestas. Y
cuando Hacienda entra en sus cuentas acusan a la Administración de
voracidad. Porque ellos quieren ser intocables, porque de tanto
repetirlo se han llegado a creer sus propias mentiras. Que son
necesarios, sí; que no pueden viajar solos, también. O caminamos
juntos, o es muy posible que de tanto estirar la cuerda se llegue a
romper. Al trabajador le queda poco que perder, y al empresario mucho
que ganar. Espero que sepan estar a la altura y se pongan a dieta
durante una temporada, porque de tanta voracidad pueden explotar.
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