Que vergüenza de país.
Aquí lo que falta es mano dura. No podemos tolerar que los únicos
que tienen un puesto de trabajo en este país (ver la diferencia
entre tener un puesto de trabajo y trabajar) se vean perturbados en
sus quehaceres y se les impida ejercer su derecho (aunque tendría
que ser obligación). Si nos atenemos a los datos facilitados por la
nueva estrella mediática, Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno
en Madrid, y aceptamos que los manifestantes eran poco más que un
grupo de amigos que se reunieron para tomar unas copas y se les fue
la mano, lo mejor hubiese sido que los propios Diputados (350
señorías) hubiesen salido del Congreso y ellos mismos se encargasen
de reprimir a esos vándalos perroflautas. Esto es, y así me lo
cuentan, lo que se intentó dentro del hemiciclo, pero al pasar lista
se dieron cuenta de que en la “casa de todos” faltaban algunos porque al parecer estaban en la cafetería cenando (4,5 euros le cuesta comer a un niño en un colegio público y
3,5 euros le cuesta a un Diputado en la Asamblea de Madrid) y para cuando terminaron ya se les había pasado el primer impulso.
Al final, como siempre, de manera ejemplar, limpia, aséptica e "indolora", tuvo que intervenir la policía para restituir la
democracia que esos perroflautas-golpistas,, apoyados por periodistas y viandantes, habían usurpado a todos
los españoles y salvando el culo a nuestros representantes.
Naturalmente en medio de las escaramuzas hubo quien se golpeó con
alguna porra, lo que será aprovechado para desprestigiar a la marca
España fuera de nuestras fronteras. La manifiesta incompetencia de
nuestro presidente del gobierno o el servilismo de los que le rodean
y, en muchos casos, habitan el Congreso, nos está dando una
credibilidad en el exterior que no podemos tirar por la borda: “si
tu me dices ven lo dejo todo” dice el mensaje que todas las
noches Rajoy manda a Merkel y a su ministro de Finanzas, a Christine
Lagarde, a Mario Draghi,... aunque no le contesta nadie; y así le
pasa al pobre, que está tan pendiente de dar gusto a los foráneos que a nosotros se limita a darnos por culo (casi nunca coincide dar gusto y dar por culo).
Pero a lo que vamos, que
no hay derecho que unos golpistas (así los definió Cospedal y
Cifuentes) como los que ayer se reunieron en Madrid, se vayan de
rositas sin un castigo ejemplar. Claro que los mismos que piden la cabeza de estos subversivos son los que defienden que se mantengan
las estatuas y placas de Franco, y es que no hay color entre éste y
aquellos, por Dios, que incluso entre golpistas hay clases.
Como hace mucho que no
brindo por nada, hoy brindo por todos esos subversivos que, de forma
pacífica, salen a la calle a defender sus derechos y su futuro.Va por ustedes.
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