Como
escarpias se me han quedado los pelos de todo el cuerpo al leer la nueva letra
del himno español. Es impresionante la sensibilidad, la dulzura, la maravilla
con la que describe el sentimiento patrio:
Rojo, amarillo, colores que brillan en mi
corazón
y no pido perdón
Imposible decir
más con menos palabras. Me emociono y las lágrimas me resbalan por las mejillas
formando un charco bajo mis pies que se mezclan con la tierra que me ha visto
nacer, con la tierra que me cobija y que me acogerá, más temprano que tarde, si
Dios me da fuerzas para no abandonar nunca esta España que tanto me da y a la
que nunca podré pagar lo mucho que me sufre.
Grande España, a Dios le doy las gracias por
nacer aquí,
honrarte hasta el fin.
Olé tus
ovarios, Marta. Sin complejos, como tiene que ser: aludir a la grandeza de España
y a Dios en la misma estrofa es un acto de valentía que te honra. Solo te ha
faltado meter lo de “Una” y “Libre”, con eso la letra hubiese alcanzado el
grado de sublime y el mensaje al resto del mundo hubiese quedado tan nítido
como inconfundible: ¡Ojito que los españoles estamos aquí, orgullosos de nuestro sol, de nuestro Dios, de nuestro pasado y del impresionante futuro que nos espera con la vicepresidencia que acabamos de negociar para Luis de Guindos¡ Además, que se jodan
los ateos, que esos no son buenos españoles, ni cantarán jamás un himno que no
sea el de Riego
Y si por si
eso fuese poco, lo rematas con
Como tu hija llevaré ese honor,
llenar cada rincón con tus rayos de sol.
Solo le ha faltado el ¡oh, oh, oh! (por lo de los rayos de sol de Karina) para conseguir la redondez del himno; se asemejaría al cosmos, en brillo y en grandeza.
Algunas
mujeres, como Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor, Carmen
Martín Gaite, Rosa Chacel, María Zambrano, Maruja Mallo o Safo de Mitilene, tuvieron que escribir
mucho y esforzarse más para conseguir apenas el reconocimiento de unos pocos, y
llegas tú, con tu sencillez, tu pluma elegante, tu naturalidad, y zas, te
revelas como una poetisa, ¡qué digo!, como una Virgen que viene a marcarnos el
camino de la sensibilidad y a empequeñecer a todas las escritoras que te precedieron. Lástima que no pudieron beber de la fuente de tu sabiduría. Solo viendo los que han admirado tu obra se nota cuan grande es la misma: Rajoy, Casado, Martínez Pons, Albert Rivera, Juan Ignacio Zoido...
Marta, ¡enhorabuena!,
se nota que tu residencia en Miami te sienta bien. Tu himno está, como mínimo, a la altura del de Leonardo Dantés. Te lo digo yo, que lo tenía en un pedestal.