Hace unos días leía en el periódico que una novelista francesa tuvo
que viajar a Bélgica para que le pudiesen practicar la eutanasia. Esa noticia
me recordó una historia que me tocó vivir no hace mucho (o sí, depende de cómo
se mida el tiempo). Durante varios años, una persona muy cercana, con múltiples
fallos en diversos órganos, me repetía cada vez que nos veíamos, que era con
mucha frecuencia, que no aguantaba más y que le gustaría morir para dejar de
sufrir y no hacer sufrir a los demás. Yo, en mi saludable inconsciencia, le
respondía que fuera fuerte, porque no tardando mucho su salud mejoraría y podría
rehacer una vida que nunca le fue favorable -no sé si lo creía realmente o
quería creerlo-. No fue así, murió sin mejorar nada su salud y habiendo tirado
a la basura prácticamente los últimos diez años de su vida, los que le sobraron.
Brindo, dijo un lenguaraz,
por moros y por cristianos,
yo brindo por lo que venga
la cosa es brindar por algo
Nicanor Parra
jueves, 19 de octubre de 2017
martes, 17 de octubre de 2017
Mi patria
Pues sea, yo
también me independizo. Podría declararme apátrida, pero no, ya tengo una
patria que me gusta, una bandera que me arropa y un ejército que me defiende.
Hay otras patrias y otras banderas, pero no son las mías.
Eres
mi ejército y mis leyes
y
mi Dios y mis padres y mi patria,
y
el ejército y Dios y las leyes y todas
las
patrias y padres se creen que tú no eres nada:
que
no eres nada.
(Agustín García
Calvo)
viernes, 13 de octubre de 2017
Hace frío en el monte
Después de
mucho tiempo avisando de que se iba a echar al monte, Puigdemont dio el paso
definitivo y allá que se fue con sus huestes. Eso sí, fue y volvió en cuestión de
segundos. Seguramente se dio cuenta de que en el monte hace mucho frío y que no
iba a tener el calor de todos los que creía. Y es que en sus sueños, al final
del camino, siempre aparecía un paraíso en el que las estatuas con su busto se
repetían en todas las plazas; y nunca, ni en sus peores pesadillas, imaginaba
un final tal lamentable para él y para el independentismo.
martes, 10 de octubre de 2017
Cuaderno de bitácora: 10-10-2017
1.- Ya tuvimos la guerra de banderas en el País Vasco. Ahora tenemos la
secuela en versión aumentada: los independentistas sacan sus esteladas, los que
están por la unidad de España sacan la española, los que piden diálogo sacan
bandera blanca. Si a éstas le unimos la clásica pirata, en cuanto los amantes
de los bares del mundo saquen la suya, elijo la que adornará mi balcón.
2.- Más de banderas. La ópera “Carmen” llega a Madrid tras 18 años rodando
por todo el mundo. La novedad para esta ocasión es que hay dos escenas en las
que salía la bandera de España que han desaparecido para no ofender
sensibilidades. Nada que objetar al director, que tendrá que seguir comiendo de
su trabajo, pero demuestra claramente el grado de tolerancia que hemos perdido
en los últimos años. O nos ponemos las pilas o la libertad se va a convertir en un bien escaso que habrá que dosificar, o peor aún, en un futuro cercano
se puede quedar en leyenda: algo de lo que todo el mundo hable pero que nadie recordará haber vivido.
domingo, 8 de octubre de 2017
[Es un hombre. Va solo por el campo]
Es un
hombre. Va solo por el campo.
Oye su corazón, cómo golpea,
y, de pronto, el hombre se detiene
y se pone a llorar la tierra.
Oye su corazón, cómo golpea,
y, de pronto, el hombre se detiene
y se pone a llorar la tierra.
Juventud del
dolor. Crece la savia
verde y
amarga de la primavera.
Hacia el
ocaso va. Un pájaro triste
canta entre
las ramas negras.
Ya el hombre
apenas llora. Se pregunta
por el sabor
a muerto de su lengua.
Antonio Gamoneda
jueves, 5 de octubre de 2017
Cuando llegue la resaca
Siempre he
oído que cuando uno se toma dos copas de más corre el riesgo de actuar como un patoso. Pero mi
experiencia, escasa, me dice que no, que nadie se “vuelve” nada que no sea en estado
sobrio: el patoso, con dos copas, es más patoso, el moñas es más moñas, el
melancólico lo será más, y el machista encontrará el momento ideal de contar
esos chistes que a él tanto le gustan. No hay conversión, solo un aumento
de su propia personalidad, una especie de caricatura de sí mismo.
Eso es lo
que nos está ocurriendo con Cataluña, que nos hemos emborrachado con tanto
entusiasmo o rabia, según el afectado, y hemos salido corriendo del armario
para mostrarnos a cuerpo descubierto. Los berzas, los intolerantes, los
unionistas, los oportunistas, los demócratas, los radicales, los pacifistas,
los de la porra fácil, los del discurso hueco, los que quieren pasar a la
historia sin merecerlo o los que pasarán sin pretenderlo, todos, con dos copas
o sin ellas son así, lo que pasa es que, si nos embriagamos, nuestro yo oculto
se agiganta, incluso nuestro yo más profundo, ese que no se atreve a salir salvo
en casos muy especiales o, más aún, el que está oculto y no sabemos de su
existencia. Por eso estos días, además de la incompetencia del presidente y del president, entre otros, estamos viendo tanto y de todo, desde los de “a
por ellos” o los de “que nos dejen actuar” o los “que se vayan”, hasta los que
nos dan lecciones de sabiduría, sensibilidad y ganas de aportar soluciones entre tanto humo.
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