No habrá que esperar
mucho tiempo para ver a los líderes del PP y del PSOE delante de sus
masas sacando pecho y poniéndose la medalla de un cambio de ley que
humanizó la Ley Hipotecaria. Por supuesto, se olvidarán de decir
que su decisión fue provocada por una previa movilización popular,
por las muertes habidas, porque algunos ayuntamientos habían
empezado casi una objeción de conciencia para no ejecutar los
desahucios, que los propios jueces estaban a punto de negarse a
seguir ejerciendo de recaudadores de los bancos y que, incluso,
algunas instituciones de crédito habían paralizado los desahucios
por la presión ejercida sobre ellos y por su injusticia (y tal vez
por su mala conciencia, si la tuvieran). Todo esto ocurría mientras
el gobierno, sumiso con los bancos, no sabía qué hacer para no
molestar. Incluso la abogada general del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea, en un asunto que está a punto de dictarse contra
Catalunya Caixa y que obligará a cambiar la ley, ha dicho que “la
normativa española que regula los desahucios vulnera la normativa
comunitaria por no garantizar adecuadamente la protección de los
consumidores frente a posibles cláusulas abusivas en las hipotecas”.
Pero da lo mismo, nuestros representantes, tan alejados de la
realidad, dentro de sus despachos, pensarán que el mérito del
cambio es suyo, y así lo airearán delante del documento que lo
atestigüe, y tendremos que soportar su inútil y bastarda presencia
en los medios. Pronto correrán a salir en la foto y a decir que han
tenido la capacidad de unirse para solventar un problema que
asfixiaba a los más desfavorecidos. Pero se confundirán una vez más
porque ya no engañan a nadie. Han llegado tarde, muy tarde; tanto
que ninguna ley podrá compensar a las miles de personas afectadas
por el sufrimiento padecido, por la ruina que les ha ocasionado su
tardanza, por las vidas que se ha llevado por delante su
incompetencia y por el abandono al que han sometido a los más
pobres.
Seguiré de cerca el
trámite de la reforma que van a llevar a cabo, pero no tanto para
saber el sentido de su redacción, que también, sino para no ver la
televisión ni los periódicos durante los días posteriores a su
aprobación. No soportaría ver sus caras henchidas de un falso y
nefasto orgullo.
Lo siento, pensaba que lo peor que podía ocurrir era ver las caras de Rajoy y Rubalcaba anunciando que se había puesto de acuerdo, y no había previsto que en España todo se puede empeorar. Nuestro presidente ha demostrado una vez más que es un pelele en manos de "los otros", a los que sigue rindiendo pleitesía y sumisión. Los españoles se seguirán quedando sin casa, sin dinero y, en algunos casos, sin vida.
ResponderEliminar