Como prueba de que España va
bien, hoy me he levantado con la noticia de que los jugadores de la selección,
si ganan el mundial, se embolsarán más de 720.000 euros por barba. El doble que
los anfitriones (Brasil) o que los alemanes. Y no pasa nada, no he visto
tumultos ni protestas.
No sé si han sido los jugadores,
los directivos, o la madre que los parió, pero sea quien sea el que ha aprobado
esto es un sinvergüenza y de alguna manera tendría que responder por ello. Es
un insulto a la sociedad entera, pero especialmente a los que peor lo están pasando.
Podría decir miles de cosas a las que se puede destinar ese dinero (720.000
euros x 22 jugadores), como destinarlo a ayudas sociales, o a investigar, o a
educación, o a comedores sociales. Por un extremo estamos peleando por no
entrar en el tercer mundo y por el otro vamos de tan superpotencia que no
cabemos en éste. No tenemos término medio, ni sentido de la justicia ni del
decoro. Sí, el dinero que pueden ganar es una parte de lo que la FIFA paga a
las selecciones, pero eso no justifica el dispendio, porque en la otra parte de
la escala evolutiva los chavales que quieren jugar al fútbol en el barrio
tienen que pagar por utilizar el polideportivo, por el árbitro, por la camiseta
y hasta por la luz que consumen.
Me acusarán de demagogo, pero conmigo que no cuenten, no tengo intención de ver un solo
partido de este grupo de carroñeros.
Luego me he enterado de que el
presidente González desmentía que en Madrid hubiese niños desnutridos. Solo son
algunos casos puntuales o malos hábitos alimentarios, ha dicho. No diré lo que
pienso para que no me metan en la cárcel, pero espero que mis deseos se cumplan.
Y para rematar, según un informe
elaborado en la Universidad de Zaragoza, en el IRPF se nos van 20.000 millones cada
año por el fraude (sin contar con lo defraudado por el Barcelona). Esta noticia
me ha dejado un poco traspuesto porque pensaba que el IRPF era un impuesto
bastante controlado. Hasta que he leído por dónde se va la pasta: de esos
20.000 millones, el 50% corresponde a capital mobiliario, especialmente del
extranjero, y otro 46% por los rendimientos escamoteados por quienes tributan
en estimación directa. Total que, como ya sabíamos, las rentas del trabajo son
las únicas que cumplen religiosamente. ¡Qué tranquilidad!
Menos mal que el día lo ha terminado con una charla sobre “Reforma fiscal y renta básica”, a
cargo de Carlos Berzosa y gente de ATTAC y de la Plataforma de ILP por la Renta
Básica, que me ha devuelto la esperanza en las personas y en el futuro. Hay
gente que se preocupa por mejorar este mundo y, por eso, merece la pena seguir,
aunque sean utopías*.
Aunque sin mucha fe, espero que
mañana las noticias sean mejores.
*Utopía. Plan, proyecto,
doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su
formulación
No hay comentarios:
Publicar un comentario