martes, 1 de abril de 2014

Mi abuela es un peligro

Hoy he visto en televisión a Eladia, una mujer octogenaria, salir de los juzgados de Plaza de Castilla tras declarar por un supuesto insulto a unos policías municipales que estaban retirando la mercancía que un subsahariano vendía en la vía pública. Según cuentan, la mujer, cuando vio a los municipales lo que estaban haciendo al vendedor ambulante, no pudo reprimir su rabia y les gritó “¿no os da vergüenza?, con lo mal que lo estará pasando”. Los agentes, que debían de tener en muy alta estima su sentido del orden, le tomaron los datos a la anciana y presentaron una denuncia contra ella. El caso es que hoy ha sido el juicio y ha quedado visto para sentencia. Me ha llamado la atención, además de que no llevaba traje y corbata, uniforme habitual de los que pasan por estos despachos últimamente, la dignidad que portaba. “Lo haría mil veces más si hiciera falta” o “a lo mejor me voy a Melilla a subirme a una valla”, ha dicho a los medios. Sin duda, según la clasificación que hace el ministro de Interior de las personas, se trata de un sujeto altamente peligroso que, ayudado por su organización, se dedica a desestabilizar el actual estado de derecho. Y no es para menos porque el colectivo que hay detrás y al que pertenece la señora es el de los yayoflautas, que no dudan en emplear la fuerza que les da la razón para oponerse a bancos, banqueros, juzgados y jueces cuando detectan alguna injusticia. Si Ela fuera mi abuela, estaría agradecido y orgulloso por lo que hace, por lo que piensa y por lo que defiende. Es más, con su permiso, adopto a Ela como mi abuela oficial como sustituta de los abuelos que no tengo. Ela, desde hoy me convierto en tu nieto, sin más interés que la admiración que te profeso y renunciando públicamente a cualquier derecho futuro que pudiera corresponderme por mi condición de pariente. (Firmado y rubricado)

Y al resto de yayoflautas que no se ofendan, me gustaría ser hijo o nieto de todos pero me resultaría excesivamente gravosa la celebración de los cumpleaños. En esta época de apretarse el cinturón, hay que tener mucho cuidado con la familia que uno tiene porque las sorpresas pueden ser mayúsculas. Si hay algo que me hace temblar cuando pienso en la posibilidad de que mis hijas tengan pareja, no es en lo que todos los padres piensan, no, es en el gasto añadido que esto supone.

Pero volviendo al “insulto” de mi abuela, el fiscal ha pedido 20 euros de multa por tan grave afrenta. Posiblemente el juez, que sabrá distinguir los chorizos de verdad de los ancianos que solo piden lo que creen justo, se apiadará de ella y la dejará libre sin cargos.

Ahora imaginemos el mismo caso, dentro de unos meses, cuando esté aprobada la Ley de Seguridad Ciudadana y reformado el Código Penal. Mi abuela ve a unos agentes que están desmantelando el chiringuito de un ambulante y les grita “¿no os da vergüenza?”, los agentes le toman declaración. Hasta aquí todo igual, pero desde ese momento la cosa empieza a cambiar para Ela. El ministro dice que es mucho mejor porque ya no tendrá que ir a juicio, pero en realidad esa mejora es una trampa. El juez le garantizaba un juicio imparcial y, en su caso, condenaba en función de las pruebas y de la capacidad económica del infractor, pero con la nueva ley, mientras  los agentes escriben los datos de mi abuela, ya la han juzgado y condenando, y lo que están haciendo en realidad es redactar la sentencia. Los policías se convierten en juez y parte, sin tener en cuenta si mi abuela tiene un yate en Marbella o vive de la caridad, simplemente aplican la ley. Y a Ela, dependiendo de cómo haya pasado el policía la noche, le acaba de caer una multa que puede llegar a los 1.000 euros por injurias a la autoridad. Espero que llegado el caso a mi abuela no se le ocurra decir aquello tan típico de “pues no te enseño el DNI”, porque la multa podrá llegar hasta los 30.000 euros.

El mismo caso y dos resultados distintos. Esta es la reforma que el PP pretende sacar adelante. Si alguien tenía alguna duda, ya sabe por qué la llaman “ley mordaza”. La protesta está prohibida.


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