Parece una obviedad pero es
cierto, la derecha española siempre ha gestionado los recursos económicos mucho
mejor que la izquierda. Sus conocimientos de la empresa, su formación, de cuna
o autodidacta, o su sensibilidad auditiva para distinguir el ruido que hace un
billete de quinientos euros al ser introducido en un sobre, son elementos que
les hacen estar dos escalones por encima de sus más inmediatos perseguidores.
Además, son personas generosas a las que les gusta hacer amigos con los que
compartir experiencias, perdices escabechadas y recursos ajenos. El mundo de la
economía es un lugar duro, que necesita de la unión de los más aguerridos y el
apoyo de los más cercanos.
Pero por encima de todo, una de
las características de estos buenos gestores es su amor a España. Solo hay que
ver a Díaz Ferrán, siempre con su muñeca izquierda envuelta con la bandera
patria, como una metáfora de lo que quiere esconder, como un acto de rebeldía
contra esa parte izquierda que le ha dado Dios y que tanto detesta, porque como
dice el dicho, no solo hay que serlo sino también parecerlo, y el exjefe de los
patronos, espejo del empresariado español y azote de trabajadores y sindicatos,
sin duda lo es y lo parece: español por los cuatro costados, nadie le podrá dar
jamás lecciones de españolidad. Que esté en la cárcel por formar parte de un
grupo criminal, no es más que la paranoia de un fiscal resentido que encuentra
placer acusando a personas que siempre estarán por encima de él. Cochina
envidia. Además, este fiscal confunde banda criminal con grupo de amigos que
comparten aficiones comunes. Si nadie reprocha al fiscal si juega al padel y con
quién, por qué tiene él que reprocharle sus aficiones y amistades.
Otra rasgo distintivo de este
selecto club es su altruismo. Es el caso de ese empresario de Ibiza, Fernando
Ferré, que llegó a tener más de mil trabajadores a su cargo y a gestionar más
de setenta hoteles. Un hombre hecho a sí mismo,
que un buen día se levantó, vio la luz y decidió entregar su vida y su
alma a los demás. La versión patria de Teresa de Calcuta. Le acusan de
explotación, fraude, delitos económicos y contra la seguridad social y mil
cosas más. Su defensa ha sido contundente: solo estaba ayudando a que inmigrantes
sin recursos mejoraran su vida. ¿Hay algo más noble y desinteresado? Sí, les
pagaba menos de lo que marcaba la ley, les obligaba a trabajar más horas de las
estipuladas, no pagaba impuestos ni daba de alta a nadie en la Seguridad
Social, ¿y qué, a quién le importa? La justicia, cuando se pone tiquismiquis no
hay quien la aguante. Si a estos empresarios, buenos gestores, no les dejan
organizar su empresa como les dé la gana no habrá recuperación económica nunca.
Si Ferré ha demostrado que de la nada se puede hacer un imperio, arrimemos el
hombre y echémosle una mano, pero no le pongamos palos en las ruedas. Su único
objetivo era crear empleo y dar de comer al hambriento. Es un ejemplo que todos
deberíamos seguir. Y por si fuera poca su generosidad, según cuentan, en la
casa donde vivía, a pesar de que no las necesitaba, tenía tres empleadas de
hogar, extranjeras y necesitadas de recursos, con su correspondiente “contrato
de felicidad y futuro legal” o con una cláusula de “acuerdo de amistad y amor
entre las partes”. Si decimos que el buen gestor y las tres empleadas de hogar compartían
habitación, ya nadie dudará de la generosidad del anciano empresario.
Bárcenas es otro ejemplo de buen
gestor y de cómo se han cebado con él. Es una persona acostumbrada a viajar en
primera, a dormir en hoteles de lujo, a ser el primero en descender por laderas
de nieve virgen. Tiene un pedigrí que ya quisieran muchos ministros. Lleva los
números en la sangre y nunca se le escapó que dos y dos a veces pueden ser
tres. Y así, lo que entraba en una mano, como ocurre con el alcohol que con el
paso del tiempo merma (los expertos lo llaman “impuesto de los ángeles”),
cuando llegaba a la otra había desaparecido una parte que los ángeles
disfrutarían no se sabe dónde. ¿Dos más dos cuatro?, tonterías, las matemáticas
han evolucionado y no nos hemos enterado. Será por eso que el informe PISA suspende
siempre a los alumnos de los colegios públicos. Lástima que desde que está en
la cárcel haya personas de bien que se han quedado sin Reyes, seguro que alguno
hecha de menos ese sobre marrón que tan bien venía para llegar a fin de mes.
También podríamos hablar de los Gürtel
donde personas de reconocido prestigio y sin tacha han sabido aprovechar sus
enormes conocimientos de economía para poner su granito de arena para situarnos
en el lugar que hoy ocupamos en la economía internacional. O del presidente de
la patronal madrileña, acusado de pagar en negro a sus trabajadores o de pagar
tarde, mal y nunca a sus proveedores; solo sus iguales han sabido entender sus
acreditadas bondades de buen gestor y le han vuelto a elegir como ejemplo de
buen ciudadano y empresario. O del presidente del Sevilla, que de forma
desinteresada ayudó a colocar el dinero
del Ayuntamiento de Marbella donde más rentabilidad podría sacar, en su
bolsillo. Y de tantos otros abnegados que no han tenido el reconocimiento que
su trabajo y esfuerzo se merecía, y que espero que un día alcancen la misma
gloria que han alcanzado Díaz Ferrán o Ferré y que compartan con ellos el sitio
que actualmente ocupan éstos.
Para terminar, no quisiera
olvidarme de esos otros aficionados que desde la izquierda pretender usurpar a patriotas
gestores un puesto que no les corresponde. Hace tiempo vengo defendiendo que la
música terminó en los setenta. Por supuesto, hay excepciones, pero esto es solo
imputable a que algunos músicos nacieron después de la época que les
correspondía. Son músicos de los setenta que por algún despiste de los dioses no
llegaron a tiempo y nacieron después. No todo el mundo nace cuando o donde
debe, a veces hay errores. Es lo que les pasa a estos aficionados de izquierda.
Como en el caso de los músicos, los dioses les han colocado en un sitio que no
les corresponde. No son de donde dicen ser y por eso su despiste: se dicen de
izquierdas y se comportan como de derechas. De vez en cuando los dioses tienen
un mal día y nace gente así, no le demos más vueltas. No son de los nuestros,
son de los otros, de los buenos.
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