lunes, 23 de julio de 2012

Cleobis y Bitón

Cuenta la leyenda que un día en el que la sacerdotisa de Hera en Argos tenía que ejecutar el ritual a la diosa, los bueyes blancos que debían tirar del carro sagrado no llegaron a tiempo. Al darse cuenta de ello, los hijos de la sacerdotisa, Cleobis y Bitón, se pusieron en el lugar de los bueyes y lo arrastraron hasta el templo situado a varias millas de distancia. La madre, impresionada por el esfuerzo de sus hijos, suplicó a la diosa que les concediese el mejor don que se puede conceder a un mortal, y cuando acabó de oficiar el ritual, los jóvenes fueron a dormir al templo y nunca más volvieron a desperar.

En aquella época se decía que “aquellos a quienes aman los dioses mueren jóvenes”. Es posible que esto sea lo que está ocurriendo con los nuevos dioses, que quieren mucho a nuestros jóvenes y por eso están acabando con todos, al menos con su esperanza y su futuro. Pero no debe ser así, porque los ídolos a los que adoran nuestros gobernantes devoran de igual modo tanto a los jóvenes como a los mayores.

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