Ya ha pasado la huelga
general, ya han pasado las manifestaciones, y ahora qué. Ya sabemos,
porque el Gobierno lo ha dicho por activa y por pasiva, que la
reforma laboral no se va a tocar en sus líneas maestras, lo que
significa que la venta que quieren hacer del diálogo es una burla
más a la inteligencia, a la democracia y a las organizaciones a las
que lanzan el mensaje, los sindicatos.
Sí, y ahora qué. Los
trabajadores han hecho su parte y ahora están esperando el siguiente
movimiento, porque el objetivo está muy lejos de alcanzarse; no se
convoca una huelga general para luego retirarte a tus cuarteles. Los
sindicatos tienen la pelota en su tejado y deberán manejar la
situación con precaución, pero también con firmeza y
determinación, con las armas que les da la Constitución y las leyes
y con la legitimación que les proporciona aquellos a los que
representan, Y sin complejos, porque el PP, con el voto de 1/3 de los
electores, está destruyendo lo que tardaron varias generaciones en
levantar. Nadie duda de que no es momento de huelgas, pero tampoco de
medias tintas (por cierto, que alguien me cuente cuándo es el
momento adecuado para hacer una huelga) Es demasiado lo que está en
juego como para que nos estemos mirando el ombligo mientras el tiempo
pasa y va calando la idea de que no es posible hacer nada. Sí es
posible y hay que hacerlo cuanto antes, ya, y no esperar a ver qué
pasa a partir del 1 de mayo.
Sin duda, los sindicatos
tienen una papeleta muy complicada. Han llegado a este punto con una
crisis de liderazgo muy importante, sin la confianza de la que
gozaron en otros tiempos. A pesar de todo, se me antoja que
dependiendo de cómo canalicen este envite, pueden salir reforzados o
podemos asistir a su entierro. Una parte de la derecha lleva mucho
tiempo detrás de ellos y no va a perder la ocasión de hincarles el
colmillo en cuanto se descuiden. En este momento, o se ponen al
frente de las reivindicaciones y ponen toda la carne en el asador o
en un futuro muy próximo se convertirán en espectadores
testimoniales del trabajo de los demás. Pero no solamente tienen que
ponerse al frente, tienen que hacerlo para ganar, para que nos
creamos de verdad que nos representan y obligar al Gobierno a dar
marcha atrás y evitar esta reforma que solo beneficia a una de las
partes y esclaviza a la otra, para que no nos tengamos que preguntar
¿y ahora qué? Y no solamente para eso, sino también para evitar
que otros asuman un papel que no les corresponde, manifestando sus
frustraciones de forma violenta y desprestigiando a los que nunca
representarán; el momento es muy delicado y el germen del
radicalismo, para mayor gloria de los del colmillo, está arraigando
a gran velocidad, porque cuando no hay nada que perder, y mucha gente
ya no tiene nada, se pierde el miedo y algunas veces la cabeza y el
norte. Los trabajadores en estos momentos necesitan respuestas,
necesitan confiar en sus organizaciones y necesitan saber que no
están solos, sentimiento que se va apoderando de muchos sin que
encuentren a nadie a su alrededor. Y si esta reforma laboral sigue
adelante, ya no harán falta sindicatos, sino el regreso de los
abolicionistas para volver a liberar a los nuevos esclavos. Y no
caigamos en el error de creer que esto es responsabilidad solo de los
sindicatos. Si los trabajadores no están detrás apoyando sus
propuestas, no habrá nada que hacer y todos habremos perdido.
Totalmente de acuerdo con gran parte de tus afirmaciones, añadiendo que si ahora se hace lo que se hace es porque los que gobernaron durante los últimos años dejaron el panorama apto para esta reforma, dejaron la justificación para este retroceso laboral histórico.
ResponderEliminarY los sindicatos hace años que no representan a nadie, basta con ir a cualquier empresa y ver para que sirven los sindicatos aparte de para mirarse su propio ombligo y obtener los beneficios de representación sindical...
El trabajador está solo, solo ante el peligro, y encima desunido y confuso...mala solución veo, aunque es cierto que cuando se llega a extremos la gente actúa sin norte, y las grandes revoluciones siempre tuvieron unas reivindicaciones concretas compartidas por toda la clase trabajadora, no siendo ahora el caso...
Sí, es verdad que los sindicatos llevan demasiado tiempo tonteando con el poder, los líderes con los gobiernos y los representantes sindicales con las empresas, pero también es cierto que su papel es muy importante y necesario. Este es el momento para que se reconcilien con aquellos a los que representan y recuperar parte de su credibilidad.
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