domingo, 1 de abril de 2012

Y ahora qué

Ya ha pasado la huelga general, ya han pasado las manifestaciones, y ahora qué. Ya sabemos, porque el Gobierno lo ha dicho por activa y por pasiva, que la reforma laboral no se va a tocar en sus líneas maestras, lo que significa que la venta que quieren hacer del diálogo es una burla más a la inteligencia, a la democracia y a las organizaciones a las que lanzan el mensaje, los sindicatos.

Sí, y ahora qué. Los trabajadores han hecho su parte y ahora están esperando el siguiente movimiento, porque el objetivo está muy lejos de alcanzarse; no se convoca una huelga general para luego retirarte a tus cuarteles. Los sindicatos tienen la pelota en su tejado y deberán manejar la situación con precaución, pero también con firmeza y determinación, con las armas que les da la Constitución y las leyes y con la legitimación que les proporciona aquellos a los que representan, Y sin complejos, porque el PP, con el voto de 1/3 de los electores, está destruyendo lo que tardaron varias generaciones en levantar. Nadie duda de que no es momento de huelgas, pero tampoco de medias tintas (por cierto, que alguien me cuente cuándo es el momento adecuado para hacer una huelga) Es demasiado lo que está en juego como para que nos estemos mirando el ombligo mientras el tiempo pasa y va calando la idea de que no es posible hacer nada. Sí es posible y hay que hacerlo cuanto antes, ya, y no esperar a ver qué pasa a partir del 1 de mayo.

Sin duda, los sindicatos tienen una papeleta muy complicada. Han llegado a este punto con una crisis de liderazgo muy importante, sin la confianza de la que gozaron en otros tiempos. A pesar de todo, se me antoja que dependiendo de cómo canalicen este envite, pueden salir reforzados o podemos asistir a su entierro. Una parte de la derecha lleva mucho tiempo detrás de ellos y no va a perder la ocasión de hincarles el colmillo en cuanto se descuiden. En este momento, o se ponen al frente de las reivindicaciones y ponen toda la carne en el asador o en un futuro muy próximo se convertirán en espectadores testimoniales del trabajo de los demás. Pero no solamente tienen que ponerse al frente, tienen que hacerlo para ganar, para que nos creamos de verdad que nos representan y obligar al Gobierno a dar marcha atrás y evitar esta reforma que solo beneficia a una de las partes y esclaviza a la otra, para que no nos tengamos que preguntar ¿y ahora qué? Y no solamente para eso, sino también para evitar que otros asuman un papel que no les corresponde, manifestando sus frustraciones de forma violenta y desprestigiando a los que nunca representarán; el momento es muy delicado y el germen del radicalismo, para mayor gloria de los del colmillo, está arraigando a gran velocidad, porque cuando no hay nada que perder, y mucha gente ya no tiene nada, se pierde el miedo y algunas veces la cabeza y el norte. Los trabajadores en estos momentos necesitan respuestas, necesitan confiar en sus organizaciones y necesitan saber que no están solos, sentimiento que se va apoderando de muchos sin que encuentren a nadie a su alrededor. Y si esta reforma laboral sigue adelante, ya no harán falta sindicatos, sino el regreso de los abolicionistas para volver a liberar a los nuevos esclavos. Y no caigamos en el error de creer que esto es responsabilidad solo de los sindicatos. Si los trabajadores no están detrás apoyando sus propuestas, no habrá nada que hacer y todos habremos perdido.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con gran parte de tus afirmaciones, añadiendo que si ahora se hace lo que se hace es porque los que gobernaron durante los últimos años dejaron el panorama apto para esta reforma, dejaron la justificación para este retroceso laboral histórico.
    Y los sindicatos hace años que no representan a nadie, basta con ir a cualquier empresa y ver para que sirven los sindicatos aparte de para mirarse su propio ombligo y obtener los beneficios de representación sindical...
    El trabajador está solo, solo ante el peligro, y encima desunido y confuso...mala solución veo, aunque es cierto que cuando se llega a extremos la gente actúa sin norte, y las grandes revoluciones siempre tuvieron unas reivindicaciones concretas compartidas por toda la clase trabajadora, no siendo ahora el caso...

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    1. Sí, es verdad que los sindicatos llevan demasiado tiempo tonteando con el poder, los líderes con los gobiernos y los representantes sindicales con las empresas, pero también es cierto que su papel es muy importante y necesario. Este es el momento para que se reconcilien con aquellos a los que representan y recuperar parte de su credibilidad.

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