Ya se sabe que la
macroeconomía es algo que no está al alcance de cualquiera. Al
menos mi mente no llega para tanto número. Supongo que por eso los
Presupuestos Generales del Estado fueron presentados primero a
Alemania y a Bruselas y luego, cuando los entendidos dijeron que
estaban bien y dieron su aprobación, Rajoy los llevó al Parlamento
español. Que nadie piense que el orden de los factores altera el
producto, no, lo que ocurre es que había que asegurarse que la
traducción al español de los Presupuestos era la correcta Pero
bueno, lo importante es que nos los han aprobado (faltaría más) y
ahora sólo queda ponerles el sello del Congreso y del Senado, un
paseo.
El caso es que, a pesar
de tanto número, hay gente que ha conseguido aclararse y ha podido
descifrar que la inversión en I+D, en educación y en cultura,
además de en otras muchas cosas, desaparece, o lo que es lo mismo,
desaparece el futuro y nos condenan a la miseria intelectual más
profunda. Y si a esto le sumamos que España ya ha sido puesta en
venta y que una parte ya se la ha adjudicado un tal Sheldon Adelson
para poner un casino a cambio de los plátanos que nos va a dar para
comer para que hagamos el mono cuando se aburra, el círculo ya está
cerrado. Ahora sí que vamos a ser modernos y nos vamos a poner a la
altura de los mejores zoos del mundo. Ya me imagino dentro de muy
poco a los turistas viajando a ese país exótico que en otro tiempo
se llamó España donde por unas propinas nos desviviremos por
llevarles las maletas o peleándonos por los caramelos que nos tiren.
Qué futuro tan esperanzador nos está preparando Rajoy, que mente
tan preclara la suya. Llevaba varios años criticando la gestión del
anterior presidente, diciendo que tenía la solución, y esto es lo
que se saca de la chistera: nada, que es justo lo que va a dejar.
Acaban de pasar los cien
días de gobierno y Rajoy ya ha demostrado que no era la alternativa
sino que es el problema; tanto tiempo despotricando sobre lo mal que
lo hacían los anteriores y en solo cien días se ha cargado todo el
patrimonio social que logró acumular este país, que era mucho, y ha
arruinado las esperanzas de millones de personas. Menuda solución.
Pero eso sí, la culpa es de la herencia porque él no sabía nada
cuando decía que esta crisis la resolvía en dos patadas. Sabia a lo
que venía, sabía lo que había y, lo que es peor, hay quien piensa
que esto es lo que quería. Ya está bien de esconder sus vergüenzas
y culpar a los mercados de lo que sólo ellos son deudores. Están
jugando al poli bueno y al poli malo, porque mercado y neo
liberalismo son parientes tan cercanos que no pueden vivir el uno sin
el otro; son los mismos que se han asociado para montar este zoo en
el que vamos a vivir para que los demás se diviertan echándonos
cacahuetes.
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