Hace unos días decían
en televisión que, según una reciente encuesta, los españoles ya
no eran ese pueblo alegre que fue, que han perdido parte de su
alegría natural de la que siempre habíamos hecho gala. Por
supuesto, al parecer, la culpa era de la persistente crisis, o mejor
dicho, de las consecuencias que la crisis provoca.
La noticia me dejó un
poco preocupado porque no entiendo que pudiendo identificarse a los
culpables, nadie haga nada al respecto ni se pueda hacer. Ya sé que
no hay nada en nuestro ordenamiento jurídico que penalice el robo de
alegría o de la ilusión, pero esto se debería corregir de forma
inmediata e introducir en el Código Penal algún artículo que
penalizase estos hechos. Algo así como “el que causare, aún de
forma temporal, la merma de alegría o de ilusión en cualquier
persona, sin distinción de religión, raza o sexo, será castigado
con la pena de ...”, porque si es grave que nos roben el pan,
mucho más grave es que nos roben las ganas de comerlo.
Esto, claro, tiene sus
consecuencias en todos los órdenes de la vida. La eficiencia, por
ejemplo, que tanto preocupa a la economía: nadie negará que es
mucho más eficiente un trabajador alegre que un trabajador cabreado,
y como muestra ahí está la policía valenciana, con su jefe y la
Delegada del Gobierno al frente, que parece que les han robado la
alegría, la cartera e incluso a su pareja. Así no se puede
trabajar, hay que echarle un poco de chispa a la vida y salir con
otro talante, dando los buenos días y deseando lo mejor para todos.
Pero pensándolo bien,
puede ocurrir que esto no sea algo casual. Puede ocurrir que la
pérdida de alegría que estamos padeciendo no sea consecuencia de la
crisis, sino que tal vez sea algo perfectamente organizado, un ataque
de aquellos que nunca la tuvieron y que se sienten molestos con la
risa, la esperanza y la ilusión de los demás. O tal vez sea
simplemente una táctica para quitarnos cualquier posibilidad de
resistencia.
Tenemos que hacernos
fuertes, al menos, con estas cosas que los mercados todavía no
pueden valorar económicamente, porque en cuanto lo consigan seguro
que nos lo descuentan del sueldo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario