jueves, 22 de marzo de 2018

Platón, Cifuentes y la caverna

Platón, en el mito de la caverna, explica claramente los dos mundos a los que puede alcanzar nuestro conocimiento. Uno es el sensible, el mundo físico; el otro es el inteligible, el mundo real. El primero es una copia barata del segundo, pero es el mundo que la mayor parte de los humanos logran conocer. El segundo, más auténtico, está al alcance de muy pocos.

En síntesis, el mito descrito en La República, viene a decir que si desde que nacemos nos meten en una cueva y nos ponen mirando a la pared, sin posibilidad de darnos la vuelta, el único mundo que conoceremos será el de las sombras que se proyectan en el muro; este no es el mundo real, pero a la mayoría le viene incluso grande. En el hipotético caso de que consiguiésemos darnos la vuelta y salir de la caverna veríamos un mundo diferente, lleno de colores y movimientos: el mundo de los sentidos, el mundo de las Ideas (en mayúsculas)

Esta reflexión no es gratuita. Me ha venido a la cabeza pensando en el mundo en el que viven algunos dirigentes del PP (y otros que no lo son). Hay dudas que me asaltan y para las que no tengo respuestas. Por poner solo un ejemplo, por si alguien me puede ayudar, si Cristina Cifuentes sigue viviendo en el interior de la caverna y solo viese sombras, ¿se demostraría que su realidad está distorsionada y que confunde lo real con lo aparente?; por el contrario, si Cristina Cifuentes ha  conseguido salir de la cueva y comprobado que es más fácil estudiar fuera de la caverna porque hay más luz ¿se demostraría que los demás estamos haciendo el gilipollas por no imitarla y no saber seguir sus notables pasos? ¿Podemos concluir que Bárcenas, Fabra, Camps, González, Cifuentes o el propio Rajoy viven en el mundo real y los demás seguimos viendo sombras?

Malditas dudas.
 

miércoles, 21 de marzo de 2018

Día Mundial de la Poesía (2018)

De vez en cuanto, para no perder el norte y saber que en este mundo cabemos más de los que el sentido común podría  imaginar, ojeo por internet algunos periódicos, entre los que está el órgano de difusión de la denominada “derecha alternativa” o, en palabras llanas, la extrema derecha de toda la vida. Es un vicio que no puedo controlar y que me provoca algunas desagradables resacas por la ingesta de noticias y artículos que nunca debería leer, como el de hace unos días, firmado por el ecuánime Juan E. Pflüger, bajo el título “La Memoria Histórica protege las calles dedicadas a criminales de izquierda”. Nada especial, ya sabemos que la tinta que impregna las galeradas de este panfleto está al servicio del rencor, el odio, la mentira y el legado franquista, aunque en este caso me ha tocado un poco el ánimo porque entre los “criminales” que cita está gente a la que admiro, como las Brigadas internacionales (“venidos a España para asesinar a españoles”), Largo Caballero (“el Lenin español”), las Trece Rosas (a las que acusa de pertenecer –algunas- a las Juventudes Socialistas Unificadas –tremendo delito-) o a Rafael Alberti (por ser el culpable de señalar a los intelectuales que había que depurar).
 
Pero nada de rencor, hoy es el Día Mundial de la Poesía y quiero dedicar este post a nuestro ilustre Juan E. Pflüguer, azote de emigrantes, rojos, homosexuales, feministas, vascoparlantes y demás gente de mal vivir, con un poema de Rafael Alberti incluido en su obra “De un momento a otro. Poesía e historia”, escrito entre 1934 y 1939. (Pflüguer, dos en uno, las Brigadas Internacionales y Alberti, menudo regalazo. Me hubiese gustado incluir otro poema, pero no me he podido resistir. Feliz día de la poesía)
 
A las Brigadas Internacionales
 
Venís desde muy lejos… mas esta lejanía
¿qué es para vuestra sangre, que canta sin fronteras?
La necesaria muerte os nombra cada día,
no importa en qué ciudades, campos o carreteras.
 
De este país, del otro, del grande, del pequeño,
del que apenas si al mapa da un color desvaído,
con las mismas raíces que tiene un mismo sueño,
sencillamente anónimos y hablando habéis venido.
 
No conocéis siquiera el color de los muros
que vuestro infranqueable compromiso amuralla.
La tierra que os entierra la defendéis, seguros,
a tiros con la muerte vestida en la batalla.
 
Quedad, que así lo quieren los árboles, los llanos,
las mínimas partículas de la luz que reanima
un solo sentimiento que el mar sacude: ¡Hermanos!
Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina.
           
                  Rafael Alberti

 

miércoles, 7 de marzo de 2018

domingo, 4 de marzo de 2018

Los veteli (viejos) y su pócima mágica

Hacía ya unos años que el siglo XXI había comenzado su andadura y el imperio se consolidaba gracias a los tributos de las provincias conquistadas. En Hispania, zona de muchos hispanos y muy hispanos, su gobernador, M. Registrarium, se granjeaba los favores del emperador cuidando de que sus fronteras estuviesen bien guarnecidas. No era tarea fácil, los bárbaros del exterior no cejaban en su empeño de entrar en el paraíso y los del interior, encabezados en la sombra por su discípulo Aurantiaco (naranja), cada vez más hacían peligrar su estabilidad. Aurantiaco era un personaje de trato fácil, sibilino, calculador, que se dejaba querer tanto por los amigos como por los enemigos de Registrarium; daba y quitaba lo justo para no tener más enemigos que los que le reportasen algún interés. Todo indicaba que en la provincia, el César lo tenía todo bajo control, tanto a su gobernador como a su recambio.

Pero no, no todo estaba bajo control. Había algo de lo que Registrarium no informaba al imperio. Había un reducto rebelde que no se dejaba dominar. Eran los veteli (viejos) un insignificante grupo de ciudadanos pero con un glorioso pasado, supervivientes de las guerras que hicieron grande a la provincia que, armados de razón, plantaban batalla por sus derechos. No sería fácil vencerlos; sus fuerzas estaban muy diezmadas por el paso de los años, pero mantenían el germen de la lucha en sus gritos. Consciente de la fuerza de los veteli, para llegar al poder Registrarium les había prometido lo que en derecho les correspondía, pero su palabra no fue ratificada con sus actos y quiso relegarlos al olvido; eran viejos y no molestarían, pero no fue así y hoy son los únicos que intranquilizan al gobernador. Aunque su juventud pasó hace muchos años, aún recuerdan el alto precio que tuvieron que pagar para que personas como Registrarium o Aurantiaco pudiesen llegar a ser gobernadores de la provincia, o para que todos los ciudadanos de la provincia pudiesen tener los mismos derechos, sin distinción de raza, sexo, creencia o posición económica, e incuso una jubilación acorde con su esfuerzo. Ahora Registrarium se desdice de sus promesas y los veteli han vuelto a tomar sus viejas armas: la palabra. No cuenta el gobernador con la fuerza de sus contrincantes, ni ha oído hablar de su pócima mágica: LA DIGNIDAD.

Su lucha merece la pena, no los dejemos solos.