Es indudable que la irrupción de Podemos en el panorama político español
inició un camino que permitió que un buen número de desencantados de los
partidos tradicionales volvieran a ilusionarse con la política o, los más jóvenes,
se acercaran por primera vez a ella. Su discurso radical, directo y contrario a
cualquier concesión al pasado, dio paso a un nuevo tiempo que muchos avalaron
en las urnas y otros en la calle. Hoy, casi cuatro años después de su creación,
Podemos empieza a desinflarse en algunos sitios o a estancarse, convirtiéndose
en un partido más y lejos del ilusionante proyecto con el que inició su
andadura. La especulación con el piso de protección oficial de Ramón Espinar (legal
pero poco ético); la declaración de Monedero de unos ingresos por más de
400.000 euros a través de una sociedad y la rápida declaración complementaria
del IRPF de ese año cuando fue descubierto; la ocultación a la seguridad social
del asistente de Pablo Echenique, son solo algunos ejemplos de lo que podría
justificar la situación actual y la pregunta de esta entrada: ¿Podemos o
pudimos?
Pero hay más. Conviene recordar que en 2008 se inicia una de las peores crisis que hemos padecido, con el paro en sus niveles más altos, con los salarios en caída libre, con personas buscando comida en los contenedores y con los juzgados empezando a llenarse de políticos corruptos que, ellos sí, habían vivido por encima de sus posibilidades, esquilmando ayuntamientos e instituciones públicas Esta situación llevó al desencuentro entre una buena parte de la ciudadanía y los políticos, dando lugar en el año 2011 al 15M, que veía a los partidos tradicionales como inoperantes y cómplices con los causantes de la crisis (los consejos de administración de las grandes empresas se nutrían y se nutren de ilustres personajes del PP y del PSOE).
Es importante retener las fechas: 2008 inicio de la crisis, 2011 nacimiento del 15M y punto más alto en el descontento popular. Podemos nació en 2014, muy lejos del momento de mayor descontento.
Hoy, año 2017, han pasado nueve años desde el inicio de la crisis y sus consecuencias ya se han instalado entre nosotros y las hemos aceptado, nos hemos acostumbrado a este nuevo contexto en el que quejarse por trabajar aunque no se tenga para pagar la luz es casi un acto de impiedad. El movimiento 15M se diluyó y una buena parte de sus activistas, por méritos propios, son concejales o diputados o incluso senadores, algo que aleja mucho de la calle. La revolución que queríamos en plena crisis o el cambio de régimen que se reclamó en el 15M ya no interesan, hemos vuelto a la casilla de la conformidad en la que estábamos antes de la crisis y nos aferramos a la ida de no ir a peor. Hoy, muchos de los que votaron a Podemos o los que querían acompañar a Pablo Iglesias en su asalta a los cielos, piden moderación, alabando la mesura de Carolina Bescansa o de Íñigo Errejón. Sí, han pasado nueve años desde el inicio de una crisis que nos noqueó, seis desde el nacimiento del 15M, donde estábamos enrabietados y queríamos cambiar el mundo, y poco más de tres desde el nacimiento de Podemos y ya le pedimos que si cambia algo que lo haga sin molestar.
Pero hay más. Conviene recordar que en 2008 se inicia una de las peores crisis que hemos padecido, con el paro en sus niveles más altos, con los salarios en caída libre, con personas buscando comida en los contenedores y con los juzgados empezando a llenarse de políticos corruptos que, ellos sí, habían vivido por encima de sus posibilidades, esquilmando ayuntamientos e instituciones públicas Esta situación llevó al desencuentro entre una buena parte de la ciudadanía y los políticos, dando lugar en el año 2011 al 15M, que veía a los partidos tradicionales como inoperantes y cómplices con los causantes de la crisis (los consejos de administración de las grandes empresas se nutrían y se nutren de ilustres personajes del PP y del PSOE).
Es importante retener las fechas: 2008 inicio de la crisis, 2011 nacimiento del 15M y punto más alto en el descontento popular. Podemos nació en 2014, muy lejos del momento de mayor descontento.
Hoy, año 2017, han pasado nueve años desde el inicio de la crisis y sus consecuencias ya se han instalado entre nosotros y las hemos aceptado, nos hemos acostumbrado a este nuevo contexto en el que quejarse por trabajar aunque no se tenga para pagar la luz es casi un acto de impiedad. El movimiento 15M se diluyó y una buena parte de sus activistas, por méritos propios, son concejales o diputados o incluso senadores, algo que aleja mucho de la calle. La revolución que queríamos en plena crisis o el cambio de régimen que se reclamó en el 15M ya no interesan, hemos vuelto a la casilla de la conformidad en la que estábamos antes de la crisis y nos aferramos a la ida de no ir a peor. Hoy, muchos de los que votaron a Podemos o los que querían acompañar a Pablo Iglesias en su asalta a los cielos, piden moderación, alabando la mesura de Carolina Bescansa o de Íñigo Errejón. Sí, han pasado nueve años desde el inicio de una crisis que nos noqueó, seis desde el nacimiento del 15M, donde estábamos enrabietados y queríamos cambiar el mundo, y poco más de tres desde el nacimiento de Podemos y ya le pedimos que si cambia algo que lo haga sin molestar.
No sé si Podemos o pudimos (perdón por el juego de palabras), pero me avergüenza un poco la volatilidad de nuestras posiciones. Tal vez seamos cortoplacistas y lo que queremos lo queremos ya, o tal vez seamos unos tremendos egoístas que sólo nos movemos cuando vemos peligrar nuestra bolsa, como ocurría en mitad de la crisis.
¿Podemos o pudimos? No lo sé, pero no hay que perder la esperanza, si en algún momento pudimos, podremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario