1.- Barcelona. Mi solidaridad con Barcelona y, de forma muy especial, con las
víctimas del atentado terrorista. Barcelona es la ciudad de mi equipo, en Las
Ramblas pasé un maravilloso año de mi vida, y contemplando la belleza de la Sagrada
Familia se me humedecen los ojos. Amo a Barcelona y me duele lo que le duele.
2.- Impiedad. Hoy algunos medios se hacen eco de las palabras de un
sacerdote de un barrio de la capital calificando a las alcaldesas de Barcelona
y Madrid como comunistas radicales y colaboradoras con el terrorismo por no
haber puesto bolardos o jardineras en determinadas zonas de sus ciudades. Esta
calificación de comunistas radicales, que es lo que los medios resaltan, no es
lo que más me ha llamado la atención de la homilía. Hay dos detalles que me han
parecido más importantes: 1) el odio que transmitían las palabras del
sacerdote hacía las destinatarias de sus palabras (Colau y Carmena); y 2) la
poca fe demostrada en su superior jerárquico (dios), al decir que rezar está
bien, pero no es suficiente, “hay que hacer algo más”. Pobre dios, sus propios
mensajeros dudando de sus poderes. Con estas credenciales, o en el cielo
son muy poco escrupulosos o le va a ser muy difícil entrar en el paraíso.
3.- Islamofobia. Leo en La Gaceta un artículo de JJ Esparza
sobre la histórica maldad de los musulmanes, que se remonta, sin descanso,
al siglo VII ("el islam no es soluble en
la sociedad europea", afirma Esparza). En su
escrito el autor indica que le indigna escuchar la “tópica apelación de no tener
miedo” porque “ningún grupo islamista ha atentado aún contra un
rey, un jefe de estado, un ministro, un carnaval LGTB o un banquero. Ellos no
tienen miedo. El miedo lo tenemos los demás”. Evidentemente no comparto esta mala intención de dividir a la sociedad; no todos los musulmanes son terroristas pero sí todos somos víctimas. Al autor habría que decirle que los grupos islamistas tampoco han atentado nunca contra los gilipollas, lo que
puede ser una buena noticia para un amplio grupo de personas que desconocen su
condición de tal, entre los que me puedo encontrar, no lo sé.
4.- Paradoja de Epicuro sobre la maldad:
¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no
es capaz? Entonces no sería omnipotente.
¿Es
capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo.¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces la maldad?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?
5.- Personal. Ayer volví al despacho. Lo que dejé mal seguía mal, lo que
desmiente que el tiempo todo lo cura. El sábado tuvimos la ya clásica cena de
amigos “fin de verano”: cerveza, mucha comida, mucho vino, copas y acalorada
discusión política. Sobre Cataluña, como es lógico entre personas que piensan
de forma parecida, tantas opiniones diferentes como personas discutíamos. Anfitriones, todo
magnífico. Anfitriona, muchas gracias por el libro.
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