martes, 22 de agosto de 2017

Cuaderno de bitácora: 22-08-17

1.- Barcelona. Mi solidaridad con Barcelona y, de forma muy especial, con las víctimas del atentado terrorista. Barcelona es la ciudad de mi equipo, en Las Ramblas pasé un maravilloso año de mi vida, y contemplando la belleza de la Sagrada Familia se me humedecen los ojos. Amo a Barcelona y me duele lo que le duele.

2.- Impiedad. Hoy algunos medios se hacen eco de las palabras de un sacerdote de un barrio de la capital calificando a las alcaldesas de Barcelona y Madrid como comunistas radicales y colaboradoras con el terrorismo por no haber puesto bolardos o jardineras en determinadas zonas de sus ciudades. Esta calificación de comunistas radicales, que es lo que los medios resaltan, no es lo que más me ha llamado la atención de la homilía. Hay dos detalles que me han parecido más importantes: 1) el odio que transmitían las palabras del sacerdote hacía las destinatarias de sus palabras (Colau y Carmena); y 2) la poca fe demostrada en su superior jerárquico (dios), al decir que rezar está bien, pero no es suficiente, “hay que hacer algo más”. Pobre dios, sus propios mensajeros dudando de sus poderes. Con estas credenciales, o en el cielo son muy poco escrupulosos o le va a ser muy difícil entrar en el paraíso.

3.- Islamofobia. Leo en La Gaceta un artículo de JJ Esparza sobre la histórica maldad de los musulmanes, que se remonta, sin descanso, al siglo VII ("el islam no es soluble en la sociedad europea", afirma Esparza). En su escrito el autor indica que le indigna escuchar la “tópica apelación de no tener miedo” porque “ningún grupo islamista ha atentado aún contra un rey, un jefe de estado, un ministro, un carnaval LGTB o un banquero. Ellos no tienen miedo. El miedo lo tenemos los demás”. Evidentemente no comparto esta mala intención de dividir a la sociedad; no todos los musulmanes son terroristas pero sí todos somos víctimas. Al autor habría que decirle que los grupos islamistas tampoco han atentado nunca contra los gilipollas, lo que puede ser una buena noticia para un amplio grupo de personas que desconocen su condición de tal, entre los que me puedo encontrar, no lo sé.

4.- Paradoja de Epicuro sobre la maldad:
¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente.
¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces la maldad?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?

5.- Personal. Ayer volví al despacho. Lo que dejé mal seguía mal, lo que desmiente que el tiempo todo lo cura. El sábado tuvimos la ya clásica cena de amigos “fin de verano”: cerveza, mucha comida, mucho vino, copas y acalorada discusión política. Sobre Cataluña, como es lógico entre personas que piensan de forma parecida, tantas opiniones diferentes como personas discutíamos. Anfitriones, todo magnífico. Anfitriona, muchas gracias por el libro.
 

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