domingo, 13 de abril de 2014

Mi música (2)

La muerte de Suárez, al que todos han agradecido los servicios prestados mientras le sacaban a escondidas los puñales que antes le clavaron, y una reciente lectura de un artículo de Elisa Serna sobre la aportación de los cantautores a la democracia, me sirven de excusa para recopilar algunas canciones de una época en la que todo estaba por construir pero que la mayoría celebramos y cantamos. Era el final de una dictadura y el principio de una democracia en el que todos éramos jóvenes e insensatos. La transición se inició y poco tiempo después, con los primeros rayos de libertad, nos olvidamos de acabarla. No fue momento de consenso, como defienden algunos, fue momento de cesiones, interesadas o forzadas, esperando mejor momento para cobrarse el favor o para que otros mantuvieran sus privilegios.

Hoy, con una democracia secuestrada por los partidos mayoritarios, que en lugar de buscar alternativas solo quieren la alternancia, que solo nos permiten quitarnos el bozal cada cuatro años para que les demos la legitimidad que luego nos restriegan por la cara, tal vez sea el momento de recuperar la ilusión de antaño, tal vez sea el momento de agradecer los servicios prestados a los que tantos años llevan gobernando y dar paso a gente e ideas nuevas para que terminen lo que ellos no saben o no quieren terminar y, de paso, llevar a cabo las transformaciones que este país necesita.

La música de hoy, que va en un orden absolutamente aleatorio, es de producto nacional. Dejo para otro día la música de Víctor Jara, Violeta Parra, la Nueva Trova, y tantos otros que nos llegó del otro lado del charco. No están todos los que fueron, pero fueron todos los que están.

A disfrutar

jueves, 3 de abril de 2014

Buenos gestores, altruistas y muy españoles

Parece una obviedad pero es cierto, la derecha española siempre ha gestionado los recursos económicos mucho mejor que la izquierda. Sus conocimientos de la empresa, su formación, de cuna o autodidacta, o su sensibilidad auditiva para distinguir el ruido que hace un billete de quinientos euros al ser introducido en un sobre, son elementos que les hacen estar dos escalones por encima de sus más inmediatos perseguidores. Además, son personas generosas a las que les gusta hacer amigos con los que compartir experiencias, perdices escabechadas y recursos ajenos. El mundo de la economía es un lugar duro, que necesita de la unión de los más aguerridos y el apoyo de los más cercanos. 

martes, 1 de abril de 2014

Mi abuela es un peligro

Hoy he visto en televisión a Eladia, una mujer octogenaria, salir de los juzgados de Plaza de Castilla tras declarar por un supuesto insulto a unos policías municipales que estaban retirando la mercancía que un subsahariano vendía en la vía pública. Según cuentan, la mujer, cuando vio a los municipales lo que estaban haciendo al vendedor ambulante, no pudo reprimir su rabia y les gritó “¿no os da vergüenza?, con lo mal que lo estará pasando”. Los agentes, que debían de tener en muy alta estima su sentido del orden, le tomaron los datos a la anciana y presentaron una denuncia contra ella. El caso es que hoy ha sido el juicio y ha quedado visto para sentencia. Me ha llamado la atención, además de que no llevaba traje y corbata, uniforme habitual de los que pasan por estos despachos últimamente, la dignidad que portaba. “Lo haría mil veces más si hiciera falta” o “a lo mejor me voy a Melilla a subirme a una valla”, ha dicho a los medios. Sin duda, según la clasificación que hace el ministro de Interior de las personas, se trata de un sujeto altamente peligroso que, ayudado por su organización, se dedica a desestabilizar el actual estado de derecho. Y no es para menos porque el colectivo que hay detrás y al que pertenece la señora es el de los yayoflautas, que no dudan en emplear la fuerza que les da la razón para oponerse a bancos, banqueros, juzgados y jueces cuando detectan alguna injusticia. Si Ela fuera mi abuela, estaría agradecido y orgulloso por lo que hace, por lo que piensa y por lo que defiende. Es más, con su permiso, adopto a Ela como mi abuela oficial como sustituta de los abuelos que no tengo. Ela, desde hoy me convierto en tu nieto, sin más interés que la admiración que te profeso y renunciando públicamente a cualquier derecho futuro que pudiera corresponderme por mi condición de pariente. (Firmado y rubricado)