La muerte de Suárez, al que todos han
agradecido los servicios prestados mientras le sacaban a escondidas
los puñales que antes le clavaron, y una reciente lectura de un
artículo de Elisa Serna sobre la aportación de los cantautores a la
democracia, me sirven de excusa para recopilar algunas canciones de
una época en la que todo estaba por construir pero que la mayoría
celebramos y cantamos. Era el final de una dictadura y el principio
de una democracia en el que todos éramos jóvenes e insensatos. La
transición se inició y poco tiempo después, con los primeros rayos
de libertad, nos olvidamos de acabarla. No fue momento de consenso,
como defienden algunos, fue momento de cesiones, interesadas o
forzadas, esperando mejor momento para cobrarse el favor o para que
otros mantuvieran sus privilegios.
Hoy, con una democracia secuestrada por
los partidos mayoritarios, que en lugar de buscar alternativas solo
quieren la alternancia, que solo nos permiten quitarnos el bozal cada
cuatro años para que les demos la legitimidad que luego nos
restriegan por la cara, tal vez sea el momento de recuperar la
ilusión de antaño, tal vez sea el momento de agradecer los
servicios prestados a los que tantos años llevan gobernando y dar
paso a gente e ideas nuevas para que terminen lo que ellos no saben o
no quieren terminar y, de paso, llevar a cabo las transformaciones
que este país necesita.
La música de hoy, que va en un orden absolutamente aleatorio, es de
producto nacional. Dejo para otro día la música de Víctor Jara, Violeta Parra,
la Nueva Trova, y tantos otros que nos llegó del otro lado del charco. No están todos los que fueron, pero fueron todos los que están.
A disfrutar