domingo, 17 de junio de 2012

La foto que nunca existió

Que Carlos Dívar, tenga de por vida el tratamiento de Excelentísimo tiene guasa. Que sus colegas, en un acto de justicia sin igual, hayan decidido que no sea imputado por gastar dinero público en viajes privados, no solo no tiene guasa, sino que irrita y cabrea. Que el Ministro del ramo haya defendido a un personaje como este sin el más mínimo sonrojo, le define. Y que los mismos colegas que le exculpan penalmente, en un triple salto mortal, le pidan la dimisión y luego le dejen el cuándo y el cómo hacerlo para que pueda lucirse, es entender la institución como el patio de su casa, sin ningún respeto al ciudadano en un momento en el que las formas y las sensibilidades tendrían que ser la guía por las que regirse.

Afortunadamente, alguien, ha decidido que el Rey viaje fuera de España para dar el pésame a la familia real saudí por la muerte de uno de sus herederos, y ésta es una decisión que aplaudo. Aunque la familia saudí no esté entre mis personajes favoritos, en estos momentos es un acierto alejarse de personas como Dívar, que tanto daño ha hecho a la institución que preside. Y no sólo por el dinero gastado, sino por sus mentiras para justificarlo, como si fuera un vulgar raterillo de tres al cuarto, por su soberbia y por su estupidez. Serán las cosas del amor, que nos ciega la mente y nos hace más tontos de lo que los seres humanos ya somos desde nuestro nacimiento.

El caso es que el ya casi dimitido Carlos Dívar se va a quedar sin la foto que tanto ansiaba al lado del Rey en el Bicentenario del Tribunal Supremo. Lástima, tendrá que conformarse con otras fotos, las de algún acompañante, algún amigo, alguien cercano que en los momentos difíciles haya sabido entenderle y darle lo que necesitaba en esas noches de soledad de Marbella y en tantos otros lugares donde el destino y el dinero de todos les han llevado. ¡Qué recuerdos tan bonitos!

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