lunes, 30 de mayo de 2011

Un problema

Con motivo del chapucero desalojo de la plaza de Catalunya del viernes pasado, una periodista decía en la radio que en Barcelona y en Madrid había un problema. Y tenía razón, en Barcelona y en Madrid hay un problema, pero también lo hay en Albacete, y en Vigo, y en San Sebastián, y en Sevilla, y en todos y cada uno de los rincones de esta nuestra tierra. Pero el problema no son los Indignados acampados, sino lo que ellos denuncian: nuestra clase política, esa clase política que se mofa de los votantes al reclamar su voto y se molestan cuando les das tu opinión.

Hay que agradecer al movimiento 15M el aire fresco que ha introducido en nuestras vidas, dando en la diana con el diagnóstico de la enfermedad y en la forma de denunciarlo. Otra cosa son los daños colaterales, pero esa es otra historia.

La cuestión es que estamos asistiendo a un momento en el que nuestro sistema de organización política se agota y pierde credibilidad a marchas forzadas. La democracia, tal y como la vivimos en estos momentos, ya yo sirve. ¿Votar?, claro que hay que votar, pero la democracia tiene que ser algo más, tiene que permitirnos vivir en armonía con aquellos a los que hemos votado, y no es el caso. La clase política está tan alejada del mundo real (habrá sus excepciones, naturalmente) que ya no representa a nadie, salvo a ellos mismos que se pasan todo el santo día mirándose el ombligo.

No quiero ahora entrar en los privilegios de algunos cargos, como los escasos siete años que necesita un diputado para tener derecho a la pensión máxima, o a las dietas que cobran otros por no hacer nada, pero tampoco quiero que nos hagan comulgar con ruedas de molino. Hay políticos, muchísimos, que tienen que mirar su curriculum para recordar a qué se dedicaban antes de entrar en este negocio; están tan acostumbrados a que les hagan la ola cada vez que pasan que no les resulta raro que les regalen algunos trajes; o se sienten tan poderosos que les halaga que les llamen para recalificar un terreno; y, al final, algunos, se creen los reyes del mambo y no entienden que ellos, con tanto poderío y tantos años al servicio de los demás, tengan que conformarse con un miserable sueldo de la administración; y otros, casi todos, a fuerza de tanto levitar ya se han olvidado de quién vive más abajo.

Este es el problema. Fácil de resolver, dirán algunos, si se expulsa del sistema a los indeseables. Pero nada más lejos de la realidad porque es el propio sistema el que los alimenta, el que los alienta y el que los protege. No tenemos nada más que ver las listas de las últimas elecciones, con personas imputadas por delitos gravísimos. Y ahí vuelven a estar, como lobos protegiendo el ganado, protegidos y arengados por sus partidos y partidarios.

Lástima por tantos años de esfuerzo, lástima que ahora, esos mismos que en algún momento tuvieron que sacrificar incluso su libertad, no sepan estar a la altura y sean capaces, renunciando a sus principios, de tirar todo lo conseguido a la basura.

Y bienvenido movimiento 15M, gracias por vuestro trabajo y por vuestra lección. Brindo por vosotros y por vuestro éxito, que será el de todos.

P.D. Y que nadie se olvide de la pensión vitalicia de 250.000/300.000 dolares anuales que le han dejado al presunto violador Strauss-Kann, director del FMI. Si fuese mal pensado diría que los políticos que le han concedido esta prebenda tienen mala conciencia y están pensando en recibir un trato semejante si, los dioses no lo quieran, algún día tienen que dejar su cargo por alguna escaramuza similar. Un ejemplo más de las  miserias de nuestra clase política, o de lo miserable que puede llegar a ser.

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