jueves, 12 de junio de 2014

El pato que no se reconoce

En Derecho existe un principio que dice que “las cosas son lo que son y no lo que las partes dicen que son”. Esto es un hecho, si una persona, sea rey o vasallo, firma un documento en cuyo encabezamiento aparece “contrato de préstamo” pero en su interior se habla de donación, estaremos ante una donación, por mucho que hayamos iluminado la cabecera del documento para llamar la atención del lector y confundirle.

Este principio tan básico se le debería aplicar al PSOE, que es lo que es a pesar de lo que ellos dicen ser. Si se pone firme cuando le dicen que cambie la constitución, si vende al diablo su alma republicana por mantener su cuota de mercado, si comparte votos con el PP en Europa, si cuando pudo votó en contra de la dación en pago, si fue el iniciador de los cierres de empresas públicas (mal llamada reconversión) sin ofrecer ninguna solución de futuro, no debería engañarse a sí mismo y tendría que reivindicar su auténtico lugar en la sociedad. De las siglas del partido que fundara Pablo Iglesias, ya solo le queda la “E” de español. Con Felipe González el PSOE dejó de ser Socialista, y no tardó mucho tiempo más en dejar de tener al Obrero entre sus electores preferidos. Solo me queda la duda de si sigue siendo un Partido o ha pasado a ser una oficina de empleo selectivo y selecto donde los más serviles y leales pueden tener acceso a un escaño, una concejalía o, quién sabe, una alcaldía. En algún momento debieron pensar que el mar electoral era demasiado grande y no podían centrarse en un caladero tan pequeño como el de la izquierda. Se expandieron, quisieron acaparar el centro ideológico, y se tomaron tan en serio su labor que se instalaron en él olvidándose de su origen. Hoy, salvo la foto de su fundador y las siglas del partido, poco queda de su origen. Eso sí, se han adaptado a los nuevos tiempos, y lo han hecho tan bien que han adoptado los hábitos y el pensamiento de esta nueva economía global, tan insolidaria y alejada del socialismo y de las clases más necesitadas.

Dentro de poco llegarán nuevas elecciones, y sus dirigentes, todos a una como en Fuenteovejuna, enarbolarán la bandera socialista, se harán fotos en los restos de una mina abandonada, visitarán fábricas condenadas al cierre gracias a su inacción, gritarán contra las grandes empresas donde se jubilan sus dirigentes más aplicados y reclamarán de Bruselas lo que sus representantes callan por convicción. Cuando llegue ese momento, en las elecciones, volveremos a ver la esquizofrenia en la que se mueve este PSOE, que para compensar su falta de ideología cada cuatro años saca del cajón el viejo programa socialista, salpicándolo de ambigüedades para contentar a sus bases y no enfadar a los que les prestan y sustentan. Pretender servir a dios y al diablo es una mala idea, no puedes reclamar un sitio a la diestra de dios padre y, al mismo tiempo, por si acaso, ser la mano derecha del que aviva el caldero del averno. No pueden ejercer de centro-derecha cuando gobiernan y de socialdemócrata cuando están en la oposición (de socialistas, ni hablamos). Al final la tentación es demasiado fuerte y la vida muy corta como para dedicársela a los demás.

Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, lo más seguro es que sea un pato, aunque el pobre animal se crea una sardina. Si alguien actúa como la derecha, defiende los mercados como la derecha, con sus actos repudia la república como la derecha y antepone otros intereses a los sociales, es lo que es, un pato, aunque debido a su difícil proceso de mutación no se reconozca en el espejo o le quede algún pequeño ramalazos de lo que fue.

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