miércoles, 15 de enero de 2014

Largo invierno

La economía va bien. Se lo ha dicho Rajoy a Obama y al jefe no se le miente. Que nadie se preocupe que en un par de meses, años o lustros habremos salido de la crisis. Lo que no me queda claro es qué nos vamos a encontrar cuando lleguemos al final del túnel. Creo recordar que en la película “El hombre que pudo reinar”, los protagonistas, tras pasar por unas montañas heladas y a punto de desfallecer, se encuentran con un vergel lleno de luz y calor. ¿Será eso lo que nos espera después de este frío y helado invierno que ya dura demasiado? Seguro que sí, los días de sol, playa, fiesta en Pachá y resaca llegarán. Hay que confiar porque, a pesar de los agoreros, se están poniendo las bases para ello. Ya hemos dado dinero a los bancos y estamos arruinando la educación, qué mejores pilares para un futuro esperanzador.

Esta mañana aparecía en la prensa que una de las personas más reconocidas en el mundo de la ciencia deja España por falta de financiación para sus proyectos. Se trata de un científico pionero en la investigación de las células madre, al que no le faltarán pretendientes para que pueda desarrollar sus trabajos y luego poder comercializar sus éxitos. Eso sí, los que hoy le dejan sin recursos serán los mismos que mañana le harán la ola y le pasarán la mano por el hombro esperando alguna foto con él.

Cuando en nuestro país la consigna es ahorrar, ahorrar y ahorrar, alguien debería decir a ese nuevo Harpagon que tanto ahorro, como en “El avaro”, no nos va a sacar de la pobreza sino que nos llevará a vivir eternamente en ella si no se hace bien. El caso de los científicos que nos abandonan es solo un ejemplo de la pésima gestión que se está haciendo del ahorro. Cuando nos fijamos solo en la macroeconomía, porque eso es lo único que miran nuestros prestamistas, nos olvidamos del futuro. Lo vemos también en Burgos, donde el ahorro impide destinar trece mil euros para no cerrar una guardería, pero se saca de la manga un proyecto de ocho millones de euros para remodelar una calle. Ladrillo, siempre el ladrillo y sus especuladores, ¿hasta cuándo?

Pobre futuro el que nos espera si expulsamos a los que saben y no educamos a los que llegan; maldita recuperación si la seguimos confiando a los especuladores del ladrillo, reconvertidos algunos en especuladores de la sanidad. Llegaremos al final del túnel, sí, pero será para darnos cuenta de que allí sigue el invierno, que sigue haciendo frío y, lo peor,  que ya no hay túnel del que salir, que hemos llegado a nuestro destino. Lo lamentaremos, echaremos la vista atrás y nos preguntaremos ¿por qué no hice nada para evitarlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario