La economía va bien. Se
lo ha dicho Rajoy a Obama y al jefe no se le miente. Que nadie se
preocupe que en un par de meses, años o lustros habremos salido de
la crisis. Lo que no me queda claro es qué nos vamos a encontrar
cuando lleguemos al final del túnel. Creo recordar que en la
película “El hombre que pudo reinar”, los protagonistas, tras
pasar por unas montañas heladas y a punto de desfallecer, se
encuentran con un vergel lleno de luz y calor. ¿Será eso lo que nos
espera después de este frío y helado invierno que ya dura
demasiado? Seguro que sí, los días de sol, playa, fiesta en Pachá
y resaca llegarán. Hay que confiar porque, a pesar de los agoreros,
se están poniendo las bases para ello. Ya hemos dado dinero a los
bancos y estamos arruinando la educación, qué mejores pilares para
un futuro esperanzador.
Esta mañana aparecía en
la prensa que una de las personas más reconocidas en el mundo de la
ciencia deja España por falta de financiación para sus proyectos.
Se trata de un científico pionero en la investigación de las
células madre, al que no le faltarán pretendientes para que pueda
desarrollar sus trabajos y luego poder comercializar sus éxitos. Eso
sí, los que hoy le dejan sin recursos serán los mismos que mañana
le harán la ola y le pasarán la mano por el hombro esperando alguna
foto con él.
Cuando en nuestro país
la consigna es ahorrar, ahorrar y ahorrar, alguien debería decir a
ese nuevo Harpagon que tanto ahorro, como en “El avaro”, no nos
va a sacar de la pobreza sino que nos llevará a vivir eternamente en
ella si no se hace bien. El caso de los científicos que nos
abandonan es solo un ejemplo de la pésima gestión que se está
haciendo del ahorro. Cuando nos fijamos solo en la macroeconomía,
porque eso es lo único que miran nuestros prestamistas, nos
olvidamos del futuro. Lo vemos también en Burgos, donde el ahorro
impide destinar trece mil euros para no cerrar una guardería, pero
se saca de la manga un proyecto de ocho millones de euros para
remodelar una calle. Ladrillo, siempre el ladrillo y sus
especuladores, ¿hasta cuándo?
Pobre futuro el que nos
espera si expulsamos a los que saben y no educamos a los que llegan;
maldita recuperación si la seguimos confiando a los especuladores
del ladrillo, reconvertidos algunos en especuladores de la sanidad.
Llegaremos al final del túnel, sí, pero será para darnos cuenta de
que allí sigue el invierno, que sigue haciendo frío y, lo peor,
que ya no hay túnel del que salir, que hemos llegado a nuestro
destino. Lo lamentaremos, echaremos la vista atrás y nos
preguntaremos ¿por qué no hice nada para evitarlo?
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