Algunas veces,
demasiadas, se apodera de mí la tristeza y, aunque sea de forma
temporal, tiro la toalla. Miro a mi alrededor y no veo nada, no veo a
nadie capaz de dar una respuesta sensata, coherente, acorde con lo
que está pidiendo y esperando la calle. La distancia que hay entre
los gobernantes y los votantes es cada vez más ancha y más difícil
de justificar. No es fácil explicar a la ciudadanía que en un
ayuntamiento la alcaldesa, incompetente e ignorante como ella sola,
del PP para más señas, o que los portavoces del PSOE o de IU en el
mismo ayuntamiento, mientras se piden más y más sacrificios, ganen
más que el presidente del Gobierno. Como tampoco es fácil de
explicar que si un trabajador, pobre por supuesto, deja de pagar al
banco, éste se quede con la casa y el pobre con la deuda; y
mientras, si el banco se queda sin dinero, el Estado acuda en su
auxilio en lugar de quitárselo (el banco) o meter en la cárcel a
los se gastan en sueldos millonarios el dinero que tendrían que
emplear para sanear sus cuentas (las del banco). No es fácil
entender esta situación, y se hace muy difícil ver cómo los
acreedores de nuestra confianza, los depositarios de nuestra
democracia, la malgastan y provocan la tristeza de la gente de a pie.
Y esto sí debería estar prohibido, porque el primer objetivo de
todo gobierno debería ser proporcionar alegría a sus ciudadanos, y
el que no pueda o no sepa, que se vaya. Sugiero que en los programas
electorales de los partidos se incluya el nivel de alegría que
piensan proporcionar a sus votantes, seguro que podremos ver a más
de uno vestido de payaso para ganar votos. El que salga con la nariz
más grande que cuente con mi voto.
Dejando aparte lo
anterior, que no es más que una disculpa para lo realmente importante, lo que yo quería hoy es compartir con vosotros una preciosa canción de Rafael Amor que
lleva por título “Corazónlibre”. Espero que os guste.
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