Esta mañana
te he vuelto a ver, ibas hablando por teléfono, sin prestar atención a nada de
lo que te rodeaba, absorta en la conversación. Tu pelo rubio lo mecía el aire y
sonreías. Me he puesto celoso; hubiese corrido a robarle el móvil a tu amiga, o
a tu novio, o a tu madre para que compartieras conmigo tu felicidad, pero no he
podido y me he limitado a cerrar los ojos y a pensar que la sonrisa me la
dirigías a mí.
Ayer, como
cada día, también te vi, hablabas un extraño idioma que no entendía. Por un
instante, tus ojos se cruzaron con los míos y supe que eras tú.
Todos los
días te encuentro en cada rincón, en
cada calle, siempre diferente, pero sé que eres tú y que al llegar a casa me
esperas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario